jueves, 12 de enero de 2023

Don Mason

 


No pongo en duda que aquel señor de calcetines blancos y sandalias  al que todos llamaban don Mason fuese de Denver (Colorado). Uno nace  donde se encuentra su madre en el momento del parto, no cabe duda. Por eso no hay que tener en cuenta su procedencia. Don Mason estaba pasando unos días en casa del terrateniente Aquiles Machuca, su cuñado desde que su hermana Paquita conociese a don Mason en el bar Texas, en Zaragoza, cuando estaba activa la base americana de utilización conjunta. Paquita Machuca y su amiga Encarna habían estado en la boda de otra amiga en una iglesia de la avenida de Navarra que parecía un garaje, y tras el banquete en el restaurante Rio-Club de la calle Requeté Aragonés, aprovecharon para visitar el Tubo, que a esas horas bullía de gente. Después de haberse sentado a ver el espectáculo de El Plata, donde actuaban de vocalistas Mary de Lis y Marga Castillo, se acercaron hasta el bar Texas. Y Juan Lería, su propietario, les sirvió unas cervezas y unas madejas de tripas de cordero. Por él supieron tanto Paquita como Encarna que Mayte, una excepcional vocalista de El Plata, la que cantaba “Besos de celofán”, se había casado con un americano. Por allí apareció don Mason con unos amigos y allí se conocieron y se enamoraron. Pero, por no cansar más al lector, debo señalar que nadie tuvo la culpa de que la vela que portaba un monaguillo sobre un cirial plateado al poco de salir de la iglesia se le torciese y unas gotas de cera, esa lluvia dorada que quema como el lacre, cayeran sobre la calva de don Mason y le causaran dolorosas quemaduras. Se puso histérico y necesitó la asistencia del practicante titular, Nazario Grau, al que hubo que ir a avisarle al bar la Convivencia, donde estaba tomando un vermú casero y unas gildas al tiempo que le explicaba a Carrodilla, la dueña, cómo funcionaba el mecanismo de la cisterna del retrete. Le colocó en la sacristía a don Mason unos parches cicatrizantes en la cabeza y le administró una inyección muy dolorosa de Hepal-crudo con vitamina B12 de los Laboratorios Juste que guardaba en un armario de su cocina y que, aunque no venía a cuento la inyección con las consecuencias de la quemadura, Nazario Grau entendió que no le iría mal, por ayudar a la formación de glóbulos rojos. Don Mason se había quedado pálido tras el desgraciado despiste del monaguillo cuando el cirial chocó con la rama de una acacia y la cera caliente goteó sobre su colodrillo, como gotea el agua de un tanque alto si no está bien ajustada la ventosa del descargador. A los pocos días de aquel suceso, don Mason regresó a Denver con Paquita, con calcetines blancos, sandalias, la maleta repleta de estuches metálicos con de guindas al marrasquino bañadas de chocolate y los apósitos en la cabeza, que se cubría con una gorra de visera verde en la que ponía “Massey Ferguson” que le regalaron a su cuñado Aquiles durante una visita a la Feria de Muestras en 1964, coincidiendo con los “25 años de paz”.

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