sábado, 9 de octubre de 2010
El síndrome del acordeón
Barreda dice ahora “no sé si estuve acertado”. Pero hombre, Barreda, mantenga usted sus afirmaciones y no se pliegue como un acordeón. Usted lo que afirmó el jueves pasado en Onda Cero fue que “el PSOE debería cambiar de rumbo o acabará en una catástrofe electoral”. Y me parece lo correcto lo que dijo a los señores de las ondas. De esa manera piensa media España, en la que yo me incluyo. La otra media, la que se inclina por adelantar las elecciones para que las urnas den el triunfo a los partidarios de Rajoy, lo que pretende es que la nave socialista pierda la aguja de marear en el Triángulo de las Bermudas de sus fracasos. Cuando un político, como en el caso de José María Barreda, se arruga, como ha hecho esta mañana en su intervención ante el Comité Provincial del PSOE de Ciudad Real, malo. Peor que malo. Eso demuestra, por un lado, que no tiene las ideas claras para manejar con el aseo necesario Castilla-La Mancha; por otro, que en ese sindiós quiere salvar los muebles. El concepto de lealtad, y eso lo dijo también Barreda, consiste en decir lo que se piensa. Muy bien. Su obligación, por tanto, es mantener lo que se afirma aunque caigan chuzos de punta. Pero su forma de “arreglarlo” no es otra distinta a señalar que “habría que limitar los mandatos”; o sea, que como Zetapé ya lleva dos, pues que se largue de una vez. En suma, que mantiene lo que mantiene, pero sin que parezca que lo mantiene. Oiga, Barreda, déjese de charadas que no está el horno para bollos. Esas cosas de ahora encogerse, luego estar erecto, y más tarde volverse a encoger, sólo se lo permite la Madre Natura al miembro viril.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario