jueves, 7 de octubre de 2010
Señora o señorita
Tiene razón Bibiana Aído. Alfonso Guerra no debería haber utilizado la expresión “la señorita Trini” al referirse a la ministra Trinidad Jiménez. También en Francia habría que quitar la palabra “mademoiselle” y en Inglaterra la palabra “miss”. Según la ministra de Igualdad, la expresión “señorita” es antigua, “propia de la moral que enseñaba la Enciclopedia Álvarez”. Hombre, no sé qué decirles. Tampoco debe constituir causa de inmenso malestar. Si les digo la verdad tampoco sé cómo habría que llamar a las divorciadas, o a las solteras otoñales. En tiempos de Franco llamar “señorita” o “señora” a una mujer estaba en función de su estado. Para señora, lo que se dice señora, ya habitaba entre nosotros la señora de Meirás. Leo por ahí que “en español y en polaco, los mismos términos, “señorita” y “panna”, han ido cayendo en desuso, porque la gente los considera desfasados. En cambio, en alemán sólo existe “frau”. El término neutro “das fräulein” nació con el movimiento feminista de los años 70 y, actualmente, sólo se utiliza para referirse a niñas o como cultura pop en la última película de Tarantino. Por otro lado, “la seño”, aquella maestra entrañable que enseñó a leer y a escribir a nuestros hijos nunca se molestó por el trato recibido. Los castizos madrileños de las zarzuelas de Chueca decían “señá María” o “señá Paca” a la vecina, o a la madre de la novia, pongo por caso, sin mayores consecuencias. También, "Señorita" es el cuarto y último sencillo del álbum debut del cantante estadounidense Justin Timberlake, titulado Justified. En fin, de ahora en adelante será necesario que se utilice el término “señora” para evitar susceptibilidades en la clase política. “¿Señora o señorita?”, preguntaba a su invitada en la Cadena SER de los años 50 el mítico Bobby Deglané. Si la invitada contestaba “señorita”, Bobby le respondía: “será porque usted quiere”. La Enciclopedia Álvarez ya no se estila y las lecciones de moral que en ella se enseñaban se correspondían con los tiempos de la señorita Polita Bedrós o, si lo prefieren, Sofía Polo Bedrossiain, bailarina de los años 20 y “amiga de indumentarias ligeritas”, al decir de Álvaro de Retana. Preferiría recomendarles “Señora o señorita”, la novela corta de Wilkie Collins. Es una obrilla victoriana muy respetuosa en sus formas, es decir, en la que los chavales nunca se acercan a mear al río cuando salen del instituto para cabrear a las lavanderas.
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