viernes, 4 de febrero de 2011
Trabajar como chinos
Merkel pretende, y así lo dejó claro ayer en Madrid, que deben desaparecer los convenios colectivos tal como están planteados en España. Es decir, que no se deben ligar salarios con IPC. El diario Público comenta hoy a ese respecto que “a la Patronal le interesa la eliminación de los convenios sectoriales y provinciales” y que el sistema debe ser “mucho más flexible. Tendríamos –cuentan- muchísimas menos personas en paro”. ¡Qué cínicos! En resumidas cuentas, lo que la Patronal busca, también Merkel, es una fórmula que prime la productividad individual de cada trabajador y que las subidas salariales se hagan en función de los beneficios empresariales. Ni a Toxo ni a Méndez ni al ministro Gómez les agrada esa posible futura medida. Comprenden que ya no se pueden pedir más sacrificios a los trabajadores. En este sentido, en la última página de ese diario hay una “Carta a Ángela Merkel”, escrita por Ignacio Escolar, que no tiene desperdicio. Cuenta Escolar que “a falta de conocer todos los datos anuales, las empresas del Ibex 35 ganaron en los nueve primeros meses de 2010, en el peor infierno de la peor crisis, un 16,7 más de beneficios que en el mismo periodo de 2009”. A continuación, Escolar señala las cifras de los enormes beneficios de Telefónica, Repsol, Inditex y BBVA (al Santander no lo nombra) y pide a Merkel que “hable con los presidentes de esas empresas (…) a ver si puede convencer al señor César Alierta, al señor Amancio Ortega o al señor Francisco González para que suban el sueldo a sus trabajadores en idénticos porcentajes”. Otro tema pendiente es el de la transformación en bancos de las cajas de ahorro, donde Botín aplaude con las orejas. Al final, esos dos o tres grandes bancos por todos conocidos absorberán a los “nuevos banquitos” resultantes de las obligadas transformaciones y, de paso, se quedarán también con la gestión de su labor social, que transformarán de inmediato en otro pingüe negocio donde poder solapar beneficios. Recuerdo ahora el eslogan de una determinada caja de ahorros que, cada vez que se anunciaba en los medios, decía aquello de que “nunca hubo un interés más desinteresado”. Tal cuento chino mandarín lo están haciendo suyo Botín, González, Maroto y su primo el de la moto. Y Zetapé y su staff se tragan el cuento. Yo estoy convencido de que Zapatero todavía cree en los Reyes Magos. Le sucede como a Oscar Matzerath, el niño de “El tambor de hojalata”. Desdeña cada tabú de la sociedad que contempla desde su aislamiento en La Moncloa y se entrega al lúcido vértigo del disparate continuo y a la delirante inteligencia oculta del buen actor, que diariamente se “viene arriba”, tras su apariencia de Bamby. Rubalcaba sólo es el encargado de abrir el telón en cada función teatral.
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