lunes, 23 de mayo de 2011
Final de ciclo
Lo sucedido ayer en España lo anunciaban las encuestas. No hubo sorpresas. El Partido Popular ha tapizado de azul una Piel de Toro sobre la que vuela majestuoso el albatros neoliberal. Extremadura y Castilla-La Mancha también han dado un golpe de timón. Me viene ahora a la cabeza, sin saber muy bien por qué, don Benito Pérez Galdós y sus Episodios Nacionales. Concretamente “Trafalgar”, ahí donde se cuenta: “Desde que salimos de Cádiz-dijo Malaspina- Churruca tenía el presentimiento de este gran desastre...” La democracia mide sus fuerzas en las urnas y el bipartidismo ya no existe, al menos de momento. Ahora las preguntas que nos hacemos los españoles son las siguiente: ¿Para cuándo las generales? ¿Es necesario mantener la agonía del enfermo Zapatero? ¿Resolverá dentro de diez meses Rajoy los males de este país? Las dos primeras preguntas son irrelevantes. Da igual. La tercera es más peliaguda de remediar. Es difícil encontrar la medicina necesaria con cinco millones de ciudadanos desempleados. Las ideas keynesianas que expone la Derecha en todos sus discursos, sugiere una relación inversa entre inflación y empleo. A mi entender, el voto dado ayer al partido conservador es como un cheque en blanco a sus dirigentes para hacer ajustes de caballo: el copago sanitario, las inyecciones de dinero del contribuyente a las pymes (aún a sabiendas de antemano que éstas ni crearán empleo ni invertirán en I+D+i); la facilidad para despedir trabajadores con menores indemnizaciones amparándose, las más de las veces, en balances de resultados miserablemente amañados y poniendo como ejemplo el “sistema americano”, sin saber en qué consiste; la práctica de convenios colectivos de miseria; etcétera. Por otro lado, el Gobierno que, presumiblemente, salga de las urnas, aplicará las políticas macroeconómicas recomendadas por los ideólogos neoliberales, es decir, políticas monetarias y fiscales restrictivas, liberación del comercio, privatizaciones públicas (que ya quedan pocas), y desregularización de determinadas reglas que inhiben la actividad económica. Los voceros de la Derecha suelen aprovecharse de la incultura de muchos ciudadanos, que a pesar de todo le vota sin pararse a leer la letra impresa de los programas políticos, para invitarles a hacerse planes de pensiones por si “acaso” quiebra la Seguridad Social; a suscribir, también, seguros de atención hospitalaria privados, por si “acaso” un día ingresan en un hospital y se ven abocados a permanecer en un pasillo entre corrientes de aire y sábanas sucias; y seguros del hogar, por si “acaso” los maleantes (que, curiosamente, para ellos siempre son individuos del Este europeo) entran en sus casas y se las destrozan; etcétera. Esos voceros, los que están en contra de una muerte digna, los que justifican los 10.000 millones de euros que recibe la Iglesia Católica por lavar sus conciencias, los que desprecian la enseñanza que se recibe en los colegios públicos, los que ven como un crimen execrable la decisión individual de toda mujer a la hora de interrumpir el embarazo, los que anteponen escrúpulos de conciencia a los ensayos clínicos sobre células madre, los que no comprenden las bodas entre parejas del mismo sexo; los que anteponen las homilías dominicales a la Ley, esos voceros, digo, son los que está detrás del telón del teatro patrio, entre bambalinas, esperando a que transcurran diez meses para el asalto final al poder omnímodo. Y lo obtendrán. Seguro que sí. Se admiten apuestas.
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