lunes, 2 de mayo de 2011
Nostalgia del teleclub
El municipio de Rueda de Jalón, en la provincia de Zaragoza, dispone de un local municipal que en la época de Franco se utilizó como “teleclub” y previamente de casino, donde los vecinos podían acudir a ver la única televisión existente en España. Con el tiempo, como consecuencia del Plan de Estabilización que posibilitó el “boom” económico de los años 60, los ciudadanos se incorporaron a las nuevas tecnologías. Hubo un respiro social con la apertura de la espita de la emigración, la creación de polos industriales de desarrollo, el éxodo del campo a las ciudades y, sobre todo, la contención de una inflación que había galopado desde el 12’8 por ciento en 1958 hasta situarse en el 2’4 por ciento en 1960. Esa bonanza económica logró que el ciudadano tuviera acceso a la motorización, a disponer de nuevos electrodomésticos y a poder incorporar en sus casas un monitor de televisión que les conectara con el resto del mundo. Como consecuencia de ello, esos locales públicos denominados “teleclubes” dejaron de tener sentido. El Ayuntamiento de Rueda de Jalón, con una población censada que no sobrepasa en la actualidad los 360 vecinos, decidió en enero de 2010 alquilar ese local fuera de uso a Gloria Ruiz para que explotase un bar, único en la localidad, en el que los vecinos pudiesen tomar unas cañas de cerveza y echar alguna partida de guiñote. Pero el local en cuestión estaba es un estado lamentable y Gloria Ruiz se vio en la necesidad de tener que acometer unos arreglos elementales, tales como quitar humedades, aplicar una mano de pintura y cambiar unas pantallas de luz. El problema llegó cuando Gloria Ruiz solicitó al Ayuntamiento que le abonase las correspondientes facturas, por un montante de 2.392 euros. Según consta en el escrito redactado por la secretaria municipal al dictado del alcalde Bernardo Lario, del PP, para hacer efectiva dicha suma eran necesarias dos condiciones: una, presentar la correspondiente factura del trabajo realizado; y, dos, que se volviese a colocar la fotografía del Rey, que fue retirada por la arrendataria de la pared del local sin pedir permiso. La señora Ruiz ha dado contestación a la carta oficial, donde señala que ni en el contrato ni en los pliegos de condiciones administrativas ni técnicas se especifica que tenga que mantener el retrato, que ha cumplido con sus obligaciones, por lo que no entiende el carácter de la exigencia que ha impugnado. Añade que, a su juicio, ha visto lesionados sus derechos a la libertad ideológica y de expresión y al de intimidad. En consecuencia, reclama que se declare nulo el condicionamiento y que se proceda con carácter inmediato al abono de la factura. Según Bernardo Lario, a los vecinos no les ha sentado bien la retirada de la foto, no porque en la imagen aparezca el Rey, sino porque “ha cambiado las cosas”. Es necesario aclarar que en esa foto de la discordia aparece un Juan Carlos I con treinta y cinco años menos y que sustituyó a otra del mismo tamaño en la que aparecía Francisco Franco. Lo que desconozco es si la foto de Franco sustituida en el teleclub hace ya más de treinta años, presidirá desde entonces el salón del domicilio de Bernardo Lario junto a la bandera con el águila rampante, también sustituida por aquellas fechas en el ayuntamiento que ahora preside. Qué malo es cambiar las cosas aunque sea para bien, ¿verdad, Lario?
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