sábado, 7 de mayo de 2011
Sur, pabellón y almacén...
En su artículo de hoy, “Yo no soy Sur” el maestro Antonio Burgos hace un espléndido elogio de la cerveza Cruzcampo, la del dibujo de Gambrinus. Es la cerveza que más se consume en Sevilla. De ello puedo dar fe. Dice Burgos que “los sevillanos mueren y matan por la Cruzcampo”. Hombre, tampoco hay que exagerar. Es cierto que la fundaron en 1904 Roberto y Tomás Osborne Cuezala, pertenecientes a la saga de los Osborne, tomando su nombre de un templete, La Cruz del Campo, situado en los descampados sevillanos, pero en la actualidad la cerveza Cruzcampo forma parte de la multinacional holandesa Heineken Internacional, que a su vez se la compró a Guinness en el año 2000.Una cosa son nuestros deseos y otra la realidad. Yo le aseguro a usted, señor Burgos, que no moriría ni mataría por una multinacional, qué quiere que le diga… Nuestra cerveza, La Zaragozana, data de 1900 y hoy continúa siendo española. Aún a sabiendas de que es la más vendida en la hostelería aragonesa, que da muchos puestos de trabajo y que está fabricada por auténticos maestros cerveceros, tampoco moriría ni mataría por ella. Heineken, la actual dueña de Cruzcampo, es una compañía holandesa establecida en 1864, es decir, tres años antes de que se fundase el Condado de Osborne, uno de los 105 condados del Estado de Kansas, y cinco años antes de que Pío IX concediese el título de conde de Osborne a Juan Nicolás Osborne Böhl de Faber. O sea, lo de antes puede seguir siendo lo de ahora, o no. Por poner un ejemplo: yo llevo leyendo el diario ABC desde niño. Siempre estuvo en casa, además de algún periódico local. Es más, conservo la revista “Blanco y Negro” desde su fundación, cuando ya la compraba mi bisabuelo, hasta los años sesenta del siglo XX. Se supone, en consecuencia, que ABC tiene que ser algo muy entrañable para mí. Pues nada de eso. Rotundamente no. Una cosa es el ABC que siempre estuvo en mi casa y en el que yo colaboré (presumo de haber sido el único columnista diario) en su edición de Aragón entre 1991 y 1993, cuando era de la familia Luca de Tena, y otra bien distinta el ABC que hace Vocento. ¿Es peor ahora? No. Sencillamente es distinta. Pues con la cerveza sucede lo mismo. Comprendo el romanticismo de Antonio Burgos. Su afición por esa cervecita que vio siempre en las barras de bar y que bebió allí donde se encontraba. En el Sur. Perdón, en Andalucía la Baja. En su Sevilla querida. ¿Aquella cervecita es la misma que la de ahora? Si en su cuerpo, o sea, en color, en sabor y en aroma, pero no en su espíritu. Caería mejor al estómago si no fuese holandesa.
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