martes, 1 de noviembre de 2011

Cristóbal Montoro


A mi entender, están muy equivocados aquellos que piensan que Rajoy no tiene un definido programa de gobierno. Lo que sucede es que se mueve entre la indefinición para que muchos ciudadanos no puedan cambiar su decisión de voto. Rajoy es consciente de que existen muchos desesperados dentro de la clase media baja y a éstos, a los desesperados que esperan un cambio, no se les puede contar que van a aplicar una política neoliberal en el sentido más brutal de la palabra, es decir, los postulados de la escuela neoclásica en política económica, con recorte de derechos laborales, privatización de empresas públicas, privatización de ganancias y socialización de pérdidas empresariales, protección a la sanidad y la educación privadas frente a la sanidad y a la educación pública, etcétera. En suma, desmantelamiento del Estado de Bienestar en beneficio de la clase privilegiada. Pero hay algo que no cuadra. El PP, por un lado, entiende que no existe movilidad en los puestos de trabajo, como consecuencia de que una inmensa mayoría de ciudadanos dispone de vivienda en propiedad en la ciudad donde ha tenido o tiene trabajo y, en consecuencia, le resulta dificultoso “mover la casa” Por otro, ese mismo partido pretende relanzar la política del ladrillo. ¿Alguien lo entiende? Digo más, el PP pretende (de acuerdo con la tesis de Cristóbal Montoro, encargado de coordinar el programa económico el PP) bajar los impuestos, en la creencia de que, de esa manera, aumentarán los ingresos del Estado por disponer el ciudadano de más liquidez para el consumo. Pero Montoro, catedrático de Hacienda Pública, tiene luces y sombras. Las luces: durante su etapa como ministro con José María Aznar el PIB creció, la deuda pública bajó y se crearon dos millones de empleos. Las sombras: dirigió la economía durante el ciclo de las privatizaciones y pilotó el modelo de crecimiento económico basado en el ladrillo. Ahora el ciudadano Montoro se presenta como cabeza de lista por Sevilla, una vez despejada la incógnita de Soledad Becerril. Lo que ya no sabemos es si los sevillanos tendrán memoria y le recordarán de cuando dijo que “los andaluces son unos vagos”. Y eso que él es nacido en Jaén. Bueno, quizás si España fuese una democracia con listas abiertas no se lo permitirían, pero tratándose de una oligarquía de partidos la cosa cambia. El número uno en una lista cerrada del PP sale diputado de cualquier forma, aunque afirme que el Real Betis Balompié es un equipo de fútbol de Mansilla de las Mulas.

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