lunes, 14 de noviembre de 2011
Por la boca muere el pez
Hoy podría escribir sobre Sánchez-Dragó, que entrevistado por Josep Cuní en “8TV”, televisión de la familia Godó, ha manifestado que “las cárceles franquistas eran como colegios mayores”. Sólo le ha faltado decir que había servicio de ambigú y baile los domingos por la tarde amenizado por la Orquesta Platería. Dichas estas cosas, y otras que no cuento por no hacerle publicidad gratuita al hijo desleal de un periodista fusilado por el bando rebelde, uno duda si este hombre estará bien de la cabeza. “A mí me gustó ir a la cárcel. (…) Me convirtió en un héroe. Salía a la calle y ligaba. Sentía que estábamos haciendo la historia de España”. Definitivamente tengo la sensación de que este tipo es un cretino. ¿Qué diría de él su padre, Fernando Sánchez Monreal, redactor-jefe del diario “La Voz”? Fue encarcelado 16 meses por pertenecer al PCE, aunque luego dijera que era anarquista. En la actualidad presume de ser un conservador convencido y ha hecho apología de antisemitismo (ver su ensayo “Gárgoris y Habidis”); presume de haber mantenido relaciones con dos jóvenes de 13 años durante una de sus estancias en Japón (ver “Dos los cría…” publicado al alimón con Albert Boadella); ha hecho durísimas críticas a las ONG, llamándoles a sus miembros “pijos, caraduras, gilipollas, gorrones…”; ha atacado al Movimiento 15-M desde el diario “El Mundo” (ver el artículo “El circo de Sol”), comparando ese movimiento con Hitler, Franco y Mussolini (¿); y recomendó el consumo de drogas enteogénicas “como remedio para alcanzar el éxtasis”. Lo único respetable que ha dicho, por lo que tiene de democrático, es que espera el triunfo por mayoría absoluta del Partido Popular. En fin, es un ciudadano con el que yo no estaría dispuesto a tomar café.
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