miércoles, 9 de noviembre de 2011
Tobogán de desahuciados
Lo que te digo, Rodrigo, que si le largan de una vez Zetapé, Berlusconi y Papandreu ya vamos adelantando. La prima de riesgo en Italia (más de 510 puntos) es como para que los italianos tomen el primer barco y se marchen a las antípodas a capar gamusinos con alicate. Lo de Grecia es como para tocar el cable de la luz con pértiga. ¿Quién con dos dedos de frente va a poder confiar en el aspirante Papadimos, después de haber sido asesor de Papandreu? Eso ya no lo arreglan ni los Mamachichos. El caso de Zapatero es distinto. El día que se pire de La Moncloa se irá a León a mirar a las nubes, a leer "Los desahuciados del mundo y de la gloria" de Torres Villarroel, a comer cecina en el Barrio Húmedo y a ser miembro vitalicio del Consejo de Estado, que tiene sus orígenes en los tiempos de los Reyes Católicos, y que por fortuna para los ciudadanos sólo es un órgano consultivo del Poder Ejecutivo sin mando sobre tropa, donde éste podrá coincidir con María Teresa Fernández de la Vega y con Mafo, otro que tal baila, en los cónclaves para procurar la armonía del sistema. Joder, que bien me ha salido esto último. A veces tengo una inspiración desbordante. Ahora el juez Castro, el instructor del “caso Palma Arena”, sostiene (¿se acuerdan de “Sostiene Pereira”, de Antonio Tabucchi?) que el duque de Palma y un tal Diego Torres “utilizaron presuntamente varias sociedades para apoderarse de fondos públicos (2,3 millones de euros de vellón) que recibía el Instituto Nóos, del cual los dos fueron presidentes”, si hacemos caso a lo contado por “El periódico de Cataluña” y por el periódico que dirige Pedro.J. Es de suponer que al Rey no le habrá hecho ninguna gracia tal presunción. Contaba Peñafiel ayer, en su columna de “República de las ideas.com”, que don Juan Carlos “se encuentra en plena forma física” y que “aprovechando el puente de Todos los Santos se fue a cazar a la finca La Encomienda, en Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real)”. Recuerda Jaime Peñafiel que “era una de las primeras cacerías del caudillo a las que asistía Manuel Fraga, por entonces recién nombrado ministro de Información y Turismo. Como todo cazador primerizo, no le faltaba un detalle en su atuendo cinegético. Quienes recuerdan aquel día dicen que parecía el maniquí reclamo de un establecimiento de artículos de caza y pesca. Por no faltarle no le faltaba ni la pluma en el tirolés. Y pone en boca de Fraga que “aquel día -refiriéndose al sábado, 1 de febrero de 1961- tuve la desgracia de darle un plomazo en salva sea la parte a la marquesa de Villaverde. Una perdiz baja, que pasó entre los dos, dio lugar al monumental error”. Es curioso, el artículo “En el culo a la hija de Franco” ha sido borrado. Hoy ya no está. ¿Motivo? Lo ignoro. La causa habría, en cualquier caso, que preguntársela a Carolina G. Cortines, aunque intuyo que habrá constancia de alguna llamada telefónica a su despacho desde el fondo de la caverna.
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