martes, 22 de noviembre de 2011
Viejos
Me entero de que la Ley 4/88 de la Generalidad Valenciana regula el juego y las apuestas y los limita a locales previamente autorizados. Lo veo correcto. Lo que ya encuentro fuera de lugar es que unos policías irrumpan, al más puro estilo de Eliot Ness en el Chicago de la Ley Seca, en un local destinado a ancianos y levante acta por “descubrir” que unos “viejos ociosos” se juegan unos céntimos de euro a esa “lotería” a base de cartulinas, fichas y un saquito que nos compraban el día de Reyes nuestros padres para matar en familia las horas de tedio. En una Comunidad, la valenciana, donde la sombra del caso Gürtel (esa presunta red de corrupción política vinculada al Partido Popular) lo impregna todo, produce risa que los ciudadanos de una peña de la tercera edad de Sagunto se enfrenten a una multa de hasta 600.000 euros por apostar entre 10 y 20 céntimos a un bingo infantil y al juego de la baraja. La Consejería de Economía, Hacienda y Empleo, encargada ahora de tramitar el procedimiento, debe ignorar, según se desprende de esta sinrazón, que con el dinero que recaudan esos ochentones se paga el local, la oficina y el bar. Me desanima considerar que nos estamos cargando el Estado de Bienestar a fuer de poner palos en el eje de la noria de la vida. El anciano tiene los mismos temores que ese perro que se orina en la alfombra y teme el enfado de su dueño cuando lo descubra. Sin embargo, devolverá el previsible cachete con un lametón. Al viejo, por regla general, que intenta no molestar demasiado, le superan situaciones que no entiende. A este paso, día llegará no tardando mucho en el que habrá que mandar al Estado a la mierda.
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