lunes, 21 de noviembre de 2011

Ussía y la sinrazón


En su artículo de hoy en “La Razón”, Alfonso Ussía tiene un párrafo que es a todas luces de juzgado de guardia. No se puede afirmar lo que no se puede demostrar e Ildefonso Ussía Muñoz-Seca, hijo de los condes de los Gaitanes y sobrino del militar golpista Jaime Milans del Bosch Ussía no puede demostrar lo que sintetiza en pocas palabras en su artículo “Lupi and Dí”. Voy con el párrafo al que hago referencia: “En marzo de 2004 no se celebraron unas elecciones generales libres y soberanas, sino la confirmación de un golpe de Estado que fue consecuencia de una extrañísima y todavía no aclarada masacre terrorista. No se respetó el silencio reflexivo del día previo y Rubalcaba nos advirtió a los españoles que no éramos merecedores de un Gobierno que mentía. Manda narices. De aquel día surgió el desastre que hoy arrastramos”. Vamos a ver si somos serios. El Gobierno presidido por Aznar mintió, se empecinó en contar a los españoles vía televisión que el atentado terrorista de los trenes madrileños era cosa de ETA. Pero tanto Aznar como su ministro del Interior, Acebes, sabían de primera mano (disponían de las Fuerzas de Seguridad del Estado y de toda la información de los servicios del CESID) que los cerca de 200 muertos y los incontables heridos de aquella masacre en el amanecer de un 11 de marzo eran consecuencia directa de ataques de una célula de Al Qaeda. Y mientras los medios internacionales y algunos medios nacionales achacaban el atentado al terrorismo de origen islamista, Aznar, Acebes y el resto de aquel Gobierno, primaron la autoría de la banda terrorista vasca incluso cuando la investigación fue sumando pruebas en su contra. Y todo ello en vísperas de las elecciones legislativas del 14 de marzo de 2004, en las que el PP se jugaba la continuidad en un Gobierno que se presumía iba a dirigir Mariano Rajoy. Pero el PP perdió las elecciones y la causa no fue cosa distinta que aquel cúmulo de mentiras mantenidas frente a la evidencia, y que no perdonaron los ciudadanos a la hora de votar. En la sentencia del día 31 de octubre de 2007, se resolvía por los magistrados que ninguna prueba apuntaba hacia la organización terrorista vasca, tras un juicio largo y complejo donde “declararon 307 testigos y se practicaron pericias con más de cien peritos” (ver “No destruirán nuestra libertad”, Javier Gómez Bermúdez. Pág. 145. Ed. Planeta, 2010). ¿De qué golpe de Estado escribe Ussía? ¿Qué desastre arrastramos los españoles desde aquel día? Para este “plumilla” de la caverna, desde entonces, a los ciudadanos que dimos el triunfo a los socialistas del modo más democrático nos ha quedado el “estigma” de una especie de “pecado original” de difícil perdón por parte de los que llegan ahora, también del modo más democrático, con aplastante mayoría absoluta. En fín, sin ánimo revanchista, las Historia pondrá cada cosa en su sitio. Un área cristalino donde los hijos de nuestros hijos podrán leer sin fisuras que, en España, el último intento de golpe de Estado lo procuró un grupo de descerebrados nostálgicos del franquismo, entre los que figuraba un teniente general patriotero que sacó los tanques a la calle en Valencia la tarde-noche del 23 de febrero de 1981. Y que ese militar, ya fallecido, era su tío por parte de madre.

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