lunes, 9 de septiembre de 2019

Leyendas de cartón-piedra



Se marcharon al otro mundo ya casi otoñando Blanca Fernández Ochoa y Camilo Sesto, dos leyendas de cartón-piedra, y me han venido a las mientes muchos actores de reparto, vistos con harta frecuencia en las películas de “Cine de barrio”, en la televisión estatal, con aspecto juvenil y actuando con aseo en muchas películas de bajo coste de producción que llamábamos despectivamente “españoladas”. Pero muchos de aquellos actores, algunos muy divertidos, pasaron directamente del estrellato al anonimato y de los platós y maquillajes a las residencias de ancianos. Munchos de ellos, digo, con largas vidas laborales a sus espaldas aunque con exiguas cotizaciones a la Seguridad Social. Podría citar todo un ramillete de nombres de actores y actrices vetustos fallecidos en el olvido y que, con algo de suerte, fueron recordados con ocho o diez líneas esquinadas, con faldón pequeño y emplazamiento en página par (lado izquierdo del lector) de la prensa, que son menos atrayentes para el lector. En la diagramación de los periódicos  sucede como en los supermercados. En éstos últimos, se ponen siempre a la vista y a la altura de los ojos aquellos géneros que más interesa vender. En la prensa sucede algo parecido. Los anuncios generan más atención puestos en páginas impares (derecha del lector). Son más atrayentes cuando la imagen del producto se coloca en el centro, el texto debajo y el logo en el cierre del anuncio, a la derecha, al ser lo que más se recordará. Hasta las esquelas mortuorias señalan la importancia del difunto según el tamaño. En los viejos cafés madrileños se comentaba que el difunto no había sido persona distinguida en vida si en el diario ABC no aparecía en una esquela del número cinco. Blanca Fernández Ochoa fue conocida por destacar en el esquí alpino, por tener una medalla olímpica y por ser hermana de Paquito, primer medallista en unos Juegos Olímpicos de Invierno, al conseguir el oro en el slalom gigante de Sapporo, en 1972. Camilo Sesto era el nombre artístico de Camilo Blanes Cortés, cantante que sobresalió en 1975 en el madrileño teatro Alcalá Palace con la obra “Jesucristo Superstar”, dirigida por el prestigioso easonense Jaime Azpilicueta, posteriormente considerado como el mejor director por la Asociación de Críticos de Nueva York por su espectáculo “The way we are”, presentado en el Lincoln Center. En fin, se marcharon para siempre dos héroes de cartón-piedra. Lo malo de la vida es cuando llega el día en que se jode el motor de arranque del tiovivo y se queda uno sin el manso brillo del oropel.

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