Una noticia aparecida hoy en la
prensa local aragonesa, referida a la custodia de un alijo de bebidas alcohólicas
custodiadas en la Jefatura de Policía de Zaragoza, da idea de cómo anda el aceite del candil. Todo comenzó
cuando el Grupo de Hurtos de la Policía Nacional requisó 2061 botellas a un
chino, Ronglong W., en el Camino de
las Torres. Ese alijo estuvo depositado en los calabozos de la Jefatura de
Policía, en el paseo de María Agustín hasta que un mando del Cuerpo decidió que
las botellas fuesen trasladadas al cuartel de la calle General Mallandía por
hacer hueco en previsión de posibles detenciones durante las fiestas pilaristas
y la necesidad de tener libres dichos calabozos. Esa necesidad perentoria ha
conseguido, por asociación de ideas, que me viniese a la mente algo leído en Cambio 16 referido un alcalde de El
Ronquillo (Sevilla) al poco tiempo de morirse Franco. Aquel regidor, de nombre Francisco Senín Fal, había amenazado con meter en la cárcel al
concejal Javier Gordo Vázquez.
Resulta que en uno de los plenos, el edil se opuso a la aprobación del acta por
parecerle excesivos los gastos de representación mostrados por Senín por
diversas comidas celebradas en el Restaurante
Curro, propiedad del alcalde. El concejal Gordo exigió al secretario del Ayuntamiento
que hiciera constar en acta su desacuerdo. Senín, malhumorado, le contestó a Gordo: “En
el acta figurará lo que a mí me dé la gana, que para eso soy el alcalde”. Pero
Gordo insistía en las irregularidades del alcalde. En un momento de la refriega
verbal, Francisco Senín le enseñó los
dientes: “Tú eres un comunista –le dijo- y ahora mismo te voy a meter en la
cárcel”. En ese instante suspendió la sesión y avisó por teléfono al sargento
de la Guardia Civil que se requería su presencia inmediata en el Ayuntamiento.
Una vez allí, Senín invitó al sargento a
sentarse, con estas palabras: “Siéntese usted aquí, por si tengo que meter a
alguien entre rejas”. Pues bien, también en la Jefatura de Policía de Zaragoza
era necesario dejar despejados los calabozos “por si había que meter a alguien
entre rejas” durante las fiestas del Pilar. Pero lo cierto es que el peine no aparece. Entre tanta polvareda desapareció don Beltrán;
es decir, que se han esfumado 359 botellas del licor y champán francés en su día incautados al
chino Ronglong; y, en consecuencia, la titular del Juzgado número 6 de Zaragoza, Natividad Rapún, ha abierto
diligencias. Ignoro si la jueza Rapún llamará para que se siente a su lado a la
delegada del Gobierno, Carmen Sánchez,
o al jefe superior de Policía, Juan
Carlos Hernández Muñoz, “por si tiene que meter a alguien entre rejas”,
como pretendió hacer el alcalde Senín con el concejal Gordo en aquel episodio
disparatado de la España cañí.
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