Ahora, cuando sólo faltan unos días para la
celebración de la Hispanidad, aparece
un libro de Juan Eslava Galán, “La conquista de América contada para
escépticos” (Planeta), que desmorona muchas mentiras repetidas hasta la saciedad.
Se sabe que el descubrimiento de América por Cristóbal Colón se produjo por error, que éste pretendía ir hasta
Japón y se encontró con una isla, La Española, que creyó que era como un
obstáculo salvable en su rumbo hacia su soñado destino. En una entrevista que
en La Vanguardia hoy hace Víctor M. Armella a Eslava, el autor
del libro hace referencia a la obsesión de aquellos navegantes por llegar a las
Indias: la especiería. Cuenta que “pimienta, clavo, canela nuez moscada, comino…,
les chiflaba a los europeos y pagaban lo que fuese. Rendían más beneficios que
hoy la cocaína”. Y cuenta la anécdota de que Colón “regaló” unos indios a Isabel I de Castilla, y que ella los
liberó. Colón aceptó el proyecto de
navegar en busca de las Indias Occidentales con ciertas exigencias: la
concesión a su regreso del título de Almirante del Mar Océano, cargo de virrey y gobernador de las tierras conquistadas y el
diez por ciento de las posibles ganancias. Los consejeros de la reina Isabel
entendieron que aquellas exigencias del marino eran desorbitadas y éste decidió
marchar a Córdoba. La reina le volvió a llamar y aceptó y firmó las capitulaciones,
como puede apreciarse en un óleo de Wenzel
von Brozik. Pero las cartas náuticas de Colón estaban erradas en lo
referente a la magnitud de la milla náutica. En consecuencia, estaba convencido
de que Japón se encontraba a 2.400
millas de Canarias, cuando en realidad estaba a 10.600. Existe otro lienzo,
esta vez de Dióscoro de la Puebla,
donde puede verse a Colón el 12 de octubre de 1492 arrodillado en Guanhani,
sosteniendo con su mano izquierda el pendón de Castilla, junto a un fraile que
eleva un crucifijo frente a unos indígenas, desnudos y atónitos, ante la
presencia de los recién desembarcados. Finalmente, hago referencia a otro lienzo,
un óleo de Francisco García Ibáñez, donde
los Reyes Católicos reciben a Colón
en Barcelona en abril de 1493. Colón portaba siete indios, así como papagayos,
plantas y frutos diversos. A la vuelta de su segundo viaje a América, fue
discutida por los colonos su labor como gobernador de las tierras descubiertas.
Se sabe que, en 1495, envió un primer cargamento de 300 esclavos indios para
que un socio suyo los vendiera en Andalucía; y que en 1498 expidió cinco
carabelas más repletas de esclavos. Fue recibido en Burgos y los reyes le
disculparon y le encargaron un tercer viaje. Pero nada más llegar a La Española,
en agosto de 1500, el corregidor Bobadilla
apresó a los tres hermanos Colón y los devolvió encadenados a España. Para
el que esté interesado en el tema, le recomiendo la lectura de “Brevísima relación de la destrucción de las
Indias”, de Bartolomé de las Casas. El
cuarto viaje de Colón fue una sucesión de desastres. Para terminar, haré referencia a otro cuadro, esta vez de Claude Jacquand, pintado en 1870 y
conservado en el Museo de Le Havre, donde puede contemplarse a un
Colón roto, postrado en un sillón frente su hijo Diego
poco antes de su muerte en Valladolid, ocurrida el 20 de mayo de 1506.
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