sábado, 12 de junio de 2010

Cuestión de educación

Vengo de contemplar en la Lonja de Zaragoza una espléndida exposición sobre Modernismo catalán. Sobre la "Renaixença". He salido entusiasmado y he llegado a casa entre jarros de agua. Por cierto, había un público estupendo, con avidez de conocer un periodo irrepetible. También, otro público de cuadra. Una niña no dejaba de molestar a todo el mundo y se acercaba hasta las pinturas de forma alarmante. Cuando los encargados de la guarda y custodia de esas joyas artísticas intentaron llamarle la atención de forma educadísima, el padre de la criatura les increpaba, se enfadaba con ellos de forma grosera y les decía que a los niños había que dejarles en libertad, etcétera. Y así, varias veces. Yo no sé qué forma de educar tienen algunos padres. O, mejor dicho, no sé que nos deparará el futuro con buena parte de los niños de hoy, maleducados por culpa de unos ascendientes que en su vida recibieron algún tipo de instrucción. Son los mismos tipos que cuando van de vacaciones molestan a los vecinos de rellano en el apartamento; los que desprecian a la mujer con actitudes machistas; los que levantan la voz de madrugada en las terrazas; los que dejan la basura en el campo para que otros la recojan; los que insultan con la mayor impunidad al primero que se les pone por delante en la carretera; los que dan por supuesto que la democracia consiste en poder tachar de “mangantes” a todos los ciudadanos que ostentan cargos públicos o que, simplemente, ejercen de funcionarios. Son, en suma, unos energúmenos adocenados a los que habría que echarles de comer aparte. Respeto es el reconocimiento de que algo o alguien tiene valor. Y falta de respeto es la desconsideración hacia los demás por egocentrismo, soberbia o falta de valores. Cuando se acude a un museo es de sentido común saber qué se busca en su interior.

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