lunes, 7 de junio de 2010

Honra sin barcos

El Gobierno me recuerda a esa señora que, muerto su marido y considerando su exigua pensión de viudedad, decide vender el viejo “mercedes” a fin de exonerar los gastos de mantenimiento. En este país, el ministro Solbes ya decidió vender hace sólo unos meses parte del oro del Banco de España. Ahora, el Ministerio de Defensa, por evidente falta de dinero, ha decidido poner en venta varios buques de la Armada. Como dijo don Casto Méndez Núñez, “más vale honra sin barcos, que barcos sin honra”. Y aquí, no tardando mucho, nos vamos a quedar como la espina andalusí, con la honra en “presenten armas” pero sin marinería que cante el día del Carmen aquello de “Salve, reina de los mares...”, ya que a la ministra Chacón no le agradan los honores militares en el Corpus de Toledo ni al Cristo de la Legión. Hernán Cortés, durante su conquista de Méjico, prefirió quemar las naves. Esas cosas ya no se pueden llevar a cabo sin permiso de Elena Espinosa, ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino. La ministra Chacón, que es más práctica que el autor de la noche triste, prefiere vender las naves aunque sea a la República de Burundi que, aunque carece de mar, intuye que pueden dar juego de cara al turismo en el lago Tanganica, siempre que se utilicen como “golondrinas” y naveguen a barlovento con canciones de Julio Iglesias. De momento empezarán por dos, que ya tienen veintiocho años: “Dragonera” y “Conejera”. Esta última participó con brillante éxito en 2002 durante la “Operación Romeo-Sierra”, es decir, en el incidente del islote de Perejil. No resultó dañada, al no verse obligada a entrar en el fiero y desigual combate que intuía Federico Trillo, el ministro que la noche anterior acababa de leer “Trafalgar”, de Benito Pérez Galdós: “Desde que salimos de Cádiz, dice Malaspina, las tropas ya tenían el presentimiento de ese gran desastre...”. Para la ministra Chacón la vida de un barco de guerra es equivalente a la vida útil de un caballo. Eso quiere decir que al portaviones “Príncipe de Asturias” le quedan dos telediarios. Esta ministra se ha convertido en el moderno coronel Tappioca, que es como el coronel Custer pero sin Caballo Loco al que vencer en los valles de Yellowstone. Por estos pagos se comienza vendiendo guardacostas a países del Tercer Mundo y se terminan adjudicando los fusiles de asalto “cetme” para el tiro a diana en los barracones de feria. A la ministra Chacón, a una mala, siempre le quedarán los soldaditos de plomo de nuestra infancia para ordenar: “Capitán, mande firmes”, a las tropas que pase revista sobre la mesa del comedor.

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