viernes, 18 de junio de 2010

Mantener los dogmas

En “Gobiernos al sol”, Ignacio Escolar, en Público, hace referencia al jefe del Ejecutivo, a Rajoy y a los dos jarrones chinos que, según cuenta, “andan con su ego de gira: con el agrio Aznar, aquel que decía que el milagro económico era él y que parece buscar que España quiebre para que así la historia le reivindique; o con Felipe y su pico de oro, al que se le agradece el optimismo, pero que se podía ahorrar esas recetas de Coca-cola que tan chispeantes suenan y que él, cuando pudo, no aplicó”. En fin, nos ha mirado el tuerto. Tenemos un presidente del Gobierno al que le crecen los enanos; un jefe de la Oposición que parece estatua de sal y aplica el principio de “cuanto peor, mejor”; y unos jarrones chinos que parecen adquiridos en el “todo a cien” de la esquina. Estos días se comenta en la prensa diaria que El risueño de la Ceja prevé hacer crisis de Gobierno uno de estos días. Ya se hacen quinielas: éste sale, ese se queda, al de más allá le ofrezco la cartera de no sé qué... Y entre todas esas cábalas siempre aparece Leire Pajín, la nueva edición de Carmen García Bloise en versión corregida y aumentada. Le falta exilio pero le sobra labia. Pero bueno, ¿es que cualquiera puede ser ministro? Como secretaria de Organización del PSOE no dudo que ejerza su papel con aseo, como lo continúa ejerciendo José Blanco en la sombra. Pero, bicefalias aparte, un ministerio es otra cosa. Además, ¿ministra de qué? Como decía Ortega, ese filósofo al que parece que lo hubiese descubierto José María Carrascal una tarde de esplín, abriendo un cajón y confundiéndolo con una estrafalaria corbata, “cada cual tiene, quiera o no, que justificar ante sí mismo su empleo”. Manuel Martín Ferrand, que no tiene un pelo de tonto, ya nos viene aclarando que “la selección de personal no es, por lo que llevamos visto, la mejor habilidad de Zapatero”. Para mí que se está acabando el tiempo de los políticos y que ahora llega la fase de los nuevos profetas, que ya no creen en Dios pero que siguen manteniendo los dogmas a toda costa.

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