miércoles, 9 de junio de 2010

Nosotros, los Pérez

Cuentan que Pérez es el tercer apellido más común en España, después de García y de López. Ello viene a cuento de un libro que acaba de aparecer en el mercado: “La historia secreta del Ratón Pérez”, de José Manuel Pedrosa, profesor de la Universidad de Alcalá de Henares. Un ratoncito al que ningún niño llegó a ver físicamente, aunque a todos nosotros nos pusiera un regalo bajo la almohada cada vez que se nos caía un diente de leche. Los ratones ocuparon mucho sitio en nuestros cerebros infantiles. No había un “tebeo” en el que no apareciera un ratoncito dentro de las viñetas haciendo de las suyas. Incluso los presos aparecían rodeados de unos ratones muy simpáticos, compañeros de celda. Los dibujos de animales de nuestra infancia fueron como compinches de largas y lluviosas tardes de domingo. Personalmente recuerdo con nostalgia la imagen de Roenueces, aquel simpático conejo creado por Francisco López Rubio para el suplemento de “Gente Menuda”, en las páginas de Blanco y Negro. Mis abuelos guardaban todos los ejemplares, que aparecían semanalmente, y los encuadernaban para mi madre. Por cierto, un 17 de julio de 1932, un niño de 13 años dibujó en Teruel a «Roenueces», y lo envió a ese suplemento infantil. Estaba firmado por Ángel Antonio Mingote Barrachina. Conservo en casa uno de aquellos tomos de “Gente Menuda” mucho más estrecho de lo habitual y perteneciente a 1936, con firmas de Elena Fortún, Gloria de la Prada, Aurelia Ramos y Celia Machón. Es fácil de entender a qué se debieron las magras hechuras de aquel libro. Termina a mediados de julio, con el inicio de la Guerra Civil. Y en mitad de la contienda, en 1938, aparecería en escena de nuevo el apellido Pérez en forma de muñeca, ideada por Leonor Coello de Portugal y que haría furor en las décadas siguientes. Las madres enviaban fotografías de sus hijas con un muñeco entre los brazos para concursar en los Jueves de Mariquita, donde se premiaba a la niña más vistosa y fiel a su pequeña amiga en el vestuario. De hecho, llegó a tener hasta 400 complementos, por ejemplo los sombreros siempre eran encargados a la sombrerera Rosario Torrijos, de las más prestigiosas de Madrid. En suma, el apellido Pérez abrió las puertas a los primeros turistas que llegaron a nuestras costas en busca de sol y playa. Los Tres Sudamericanos, con su “Me lo dijo Pérez”, afirmaban que un tal Pérez estuvo en Mallorca y vino encantado de todas las cosas que vio por allí.

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