miércoles, 30 de junio de 2010

Toquemos madera

Manuel Fraga ha manifestado en recientes declaraciones a Europa Press que “el Estatuto catalán no vale”. Es una opinión respetable. Nada que objetar. El anciano político, sin embargo, ha meado fuera del tiesto al gritar ¡Viva España! Eso no estaba previsto en el guión de la entrevista. Sorpresa de los presentes. Lo canta Manolo Escobar: “Entre flores, fandanguillos y alegría, nació mi España, la tierra del amor”. ¡Esta es la España Negra, estúpido! Vamos, que Fraga, en un cortocircuito de neuronas cerebrales ha sentido ese sublime ardor místico-patriótico a mitad de camino entre el pasodoble “España cañí”, la pose con el meyba de Palomares, un trufado con el principio de la letra del himno de la Guardia Civil («Viva España, Viva el Rey, Viva el Orden y la Ley, Viva la Guardia Civil»); el organigrama de la revolución pendiente; y la otra mitad de camino, con los recuerdos de Puerto Hurraco, de la potenciación de los Paradores Nacionales; el v.º b.º de un sórdido Consejo de Ministros a la ejecución de Julián Grimau, al que el Dinosaurio de Villalba denominó “ese caballerete”; la voladura del diario “Madrid”; los sucesos de Vitoria; la fundación de un club político denominado GODSA; los hechos de Montejurra...Uf, voy a tomar aliento, que su biografía son los Episodios Nacionales encontrados junto a los papiros del Mar Muerto. Demasiado para Gálvez. Al grito de ¡Viva España! lo normal es sentirnos orgullosos y responder :¡Viva! Pero, dicho por Fraga y sin venir a cuento es como para tocar madera. Es como el ¡Muera la inteligencia! de Millán Astray en Salamanca; como el ¡Arriba España! del regeneracionista Macías Picavea; como el ¡Viva Cristo Rey! en los pasillos universitarios durante el franquismo, con inmediata refriega de hostias; como el ¡Detente bala, el Sagrado Corazón de Jesús está conmigo!, etcétera. Fraga lleva el Estado en la cabeza. Repito, habrá que tocar madera, abrazar las cruzadas del rezo del santo rosario en familia y encomendarnos al padre Peyton.

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