miércoles, 23 de junio de 2010

Tararí, que te vi

Para mí que los socialistas, a fuer de desatinos y rectificaciones, ya están percibiendo en el fragor de su delírium trémens nada menos que las trompetas de Jericó. Rodríguez Zapatero, como no podía sacar a la palestra a Zulem Gherslem, el único ser que podría descubrir el auténtico nombre de dios oculto en una lapida por su profundo conocimiento de la cábala, se quedaba inmóvil en su asiento a la espera de poder escuchar, después de seis horas de Pleno, la contestación a un representante del PP por parte de Manuel Chaves. Tal representante, el señor Matarí, preguntó al vicepresidente tercero si el Gobierno se planteaba la disolución del Ayuntamiento de El Ejido, a lo que Chaves contestó: “Muchas gracias, señor Tararí”, entre las risas de los presentes. O sea, tararí que te vi, tralará, tralará. En el Hemiciclo ya sólo falta que ensaye la Banda del Empastre entre el cachondeo de los padres de la Patria y el deseo de marear la perdiz. El señor Matarí, que parece diputado aficionado a las emociones fuertes y que no consiente que se haga cachondeo con su apellido, más próximo al matarile, rile, rile, que a clarín que suena y que anuncia el primer toro, tuvo que soportar el desternillamiento generalizado, tanto de su grupo como del contrario. Ignoro si el señor Matarí tiene elegante estampa, si viste con elegantes trajes chillones o si, por el contrario, semeja a un director espiritual escolapio. Del señor Chaves conocemos algo más. Se le han pegado algo de hechuras de los duques de Montpensier a la hora de adornar sus expresiones. Esas cosas suceden cuando se ha caminado a diario durante muchos años seguidos por los pasillos del Palacio de San Telmo.

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