viernes, 11 de junio de 2010

Jamón, jamón

Leo en la prensa local que la producción de jamones de denominación de origen Teruel se encuentra en uno de los peores momentos de su historia. No me extraña. Con la que está cayendo, aquí vamos todos a tener que tomar bodrio, es decir, sopa de convento. El jamón, esa vianda rica en vitamina “J”, ya sólo la vemos en fotografía. El glorioso pernil aparecerá en nuestras ensoñaciones de la misma manera que Carpanta fantaseaba con un pollo asado. Era como una fijación del común de los mortales en los años previos al Plan de Estabilización del 59 y a los posteriores polígonos de desarrollo industrial. Arburúa nos quitó las cartillas de racionamiento el año 53, pero no nos dio ni un celemín para acercarnos hasta un comercio de ultramarinos y poder despacharnos con cuarto y mitad de pata de cerdo en salazón. Lo más que podíamos llevar a casa era alguna sardina rancia, que el atildado tendero extraía del tabal de madera como si arrancase las teclas de un viejo piano, o los radios de la rueda de una tartana del Lejano Oeste. El jamón de Teruel era otra cosa. Los nutriólogos importantes, Grande Covián, Floyd Dubois, Karrer, contaban que el pernil formaba parte de la dieta mediterránea. Sobre las sardinas no decía nadie nada favorable, ni sobre los barbos del Ebro ni sobre las madrillas del Huerva ni sobre el mejillón-cebra... Las virtudes de aquellos sabios eran para el jamón ibérico, con propiedades parecidas al aceite de oliva, con la mitad de sus grasas insaturada, etcétera. Como no se arregle pronto el drama del paro en España, habrá que pedirle a Rodríguez Zapatero que deje de mirarse en el ombligo de la Europa del euro y proyecte sus cejas y su mirada sobre la FAO, antes de que la chaqueta nos venga grande. En el Génesis se habla de los siete años de vacas gordas y los siete de vacas flacas. Este país, si Dios no lo remedia, pronto se parecerá a la Etiopía de Haile Selassie. Lo malo es que ya no podremos contar con Michael Jackson para que nos cante “We are the world”. Jamón, jamón, ay, menos mal que nos queda Bigas Luna.

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