viernes, 25 de febrero de 2011
El osado Ussía
Una vez más, y ya van “tropecientas”, Alfonso Ussía se equivoca. En su artículo de hoy en La Razón, titulado ¿Azaña?, Ussía arremete contra la ministra de Defensa Carme Chacón. Con motivo del acto institucional en el trigésimo aniversario del intento de golpe de Estado de 23 de febrero de 1981, Chacón manifestó que "tenemos las Fuerzas Armadas que hubiese querido Azaña". Y decía bien. Pero esas palabras de la ministra no han sido interpretadas adecuadamente por Ildefonso Ussía, hijo de los condes de los Gaitanes, nieto de Muñoz Seca y sobrino del golpista general Jaime Milans del Bosch. Así, en su artículo de hoy, Ussía ha escrito, y lo escrito, escrito está, que Chacón “ha hecho unas declaraciones sorprendentes. Una revelación pasmosa y tan desacertada que sólo puede responderse desde el humor”. Yo, como lector empedernido, no le encuentro la gracia. Y para redondear esa perla cultivada, Ussía ha señalado que “en las Fuerzas Armadas, esa tontería ha sentado como un tiro”. Quiero suponer que habrá querido referirse a un insignificante grupúsculo de militares, viejos e inoperantes como carcamales cojos, que por razones que escapan a la inteligencia siguen añorando la lectura del diario “El Alcázar” en las salas de banderas. Si no es así, no se entiende. Ussía, también, con ese palo de “la gallinita ciega”, hace referencia al cierre de la Academia General Militar de Zaragoza siendo su último director el general Franco. Lo que no cuenta Ussía es que, antes, Miguel Primo de Rivera había disuelto el arma de Artillería. Lo que tampoco apunta el columnista, es que “con fecha 23 de abril de 1931, es decir, apenas diez días después del advenimiento de la República, el Ministerio de la Guerra publicaba una norma por la que modificaba el juramento de fidelidad de los militares, que ahora deberían jurar fidelidad al orden constituido, y aseveraba que aquéllos que se negasen a pronunciar dicha promesa causarían baja en el Ejército. En aquel momento, lo que había entre la milicia y la República era una calma tensa”. Pero hay más. Ussía tampoco hace alusión a que “el 25 de abril, el ministro Manuel Azaña inicia su reforma militar con un famosísimo decreto que concede el pase a la situación de segunda reserva, con el mismo sueldo que disfrutaban en la escala activa, a todos los oficiales generales del Estado Mayor general, a los de la Guardia Civil y Carabineros y a los de los Cuerpos de Alabarderos, Jurídico Militar, Intendencia, Intervención y Sanidad, así como a los oficiales de las distintas armas y cuerpos, que así lo solicitasen. Ésta fue la piedra angular de la reforma de Azaña y buscaba, claramente, resolver el problema clave del ejército español, que era la abundancia de jefes para tan poco indio”. Más adelante aparecen los insultos hacia el presidente de la República: “Era taimado, rencoroso y como se demostró en el último tramo de la Guerra Civil, elementalmente cobarde”. ¿Cómo se atreve Ussía a decir eso sobre el Azaña que en un discurso en Barcelona, el 18 de julio de 1938, había pedido “paz, piedad, perdón”? Pero Ussía decide finalmente arremeter contra la prosa del Azaña escritor: “literariamente, Azaña no fue mejor que Pedro de Lorenzo. Precioso continente, floritura verbal, y poco más”. No sigo. Me niego a continuar con el artículo de este colaborador de prensa. El autor de, entre otras cosas, las “Memorias del marqués de Sotoancho”, debería saber, y si no lo sabe ya se lo confirmo yo, que todo el conjunto de sus trabajos literarios, incluidos los premios “Mariano de Cavia” y “González-Ruano”, no valen lo que una sola página de “El jardín de los frailes”. Hoy, por fortuna para los españoles, contamos en nuestro país con un Ejército profesional moderno, preparado para cualquier contingencia, de talante democrático y adaptado a las necesidades que exige Europa. A eso se refería la ministra Chacón. Con eso soñaba Azaña. Pero Ussía, como de costumbre, ha sacado los pies del tiesto.
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1 comentario:
Si señor, ha hablado un hombre. Muy bien explicado.
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