lunes, 16 de enero de 2012
Ladran, luego gabalgamos
La reunión entre Nicolás Sarkozy y Mariano Rajoy en La Moncloa ha sido como la canción de “Vamos a contar mentiras”, esa que dice que “por el mar suben las liebres y por el monte las sardinas, tralará”. Le ha dicho el presidente del Gobierno español al presidente de la República Francesa recién condecorado con el Toisón de Oro (que no pudo conseguir Válery Giscard y que había puesto como condición “sine qua non” para asistir a la coronación de Juan Carlos de Borbón, pero que tuvo que conformarse con un desayuno), que ve perfectamente “conciliable” reducir el déficit sin subir el IVA; que ha demostrado que “diciendo lo que una piensa y lo que se va a hacer se ganan elecciones”; que ve necesario un eje París-Berlín-Madrid “para que España vuelva a la primera división”; que cree en el dinero en manos del contribuyente, pero que “no quedaba otra alternativa”; bla, bla bla… Lo que Rajoy pretende es un asiento en la Europa de los que toman decisiones, como hizo Zetapé hasta que le dejaron asistir de oyente. Ahora, lo inmediato pasa por el entierro de Fraga en Perbes, el viaje de Van Rompuy, la visita obligada aunque “molesta” al Reino de Marruecos y la pendiente reforma laboral, donde al final parece ser que tocará legislar a lo bestia en vista de que los agentes sociales no llegan a acuerdos de calado. España es un país de sorpresas. Una aclaración necesaria: Rajoy ganó las elecciones mintiendo a los españoles. Así de simple. En otro orden de cosas, no sabemos qué pasará con Irán, donde se escuchan tambores de guerra. Morenés ha visitado a las tropas españolas en Afganistán -no sabemos si habrá dicho eso de “capitán, mande firmes”- y les ha perorateado que los militares destacados “honran a su patria”. ¿A qué patria? ¿A España? ¡Pero si esa no es nuestra guerra! A él, como consejero que era de la empresa zaragozana de material de guerra, sí que le beneficiaron las bombas de racimo que fabricaba Instalaza hasta su prohibición. ¿O no es cierto? Esas cosas de la honra, de la patria y de las tres madres quedan muy bien en las juras de bandera. Pero en Afganistán hay honra sin barcos, como dijera Méndez Núñez, y en esa rifa internacional de un avispero hay más boletos de acabar como el gallo de Morón que de ganar la guerra. Esas cosas de la honra y la deshonra patria tienen su intríngulis. Nuestros soldados, lo único que parece tener aseguradas son las honras fúnebres. Lo demás, tararí que te vi. Ahora, por si tuviésemos poco con el asesinato de Marta Castillo y el “discutible” fallo judicial, los criminólogos de Universidad Camilo José Cela pretenden investigar el asesinato de Juan Prim a finales de 1870. Existen 18.000 folios de sumario. No creo que sus heridas estuviesen mal atendidas. Sencillamente no había penicilina y a los dos o tres días del atentado en la calle del Turco, instigado por Serrano y Antonio de Orleáns, alias el Naranjero, y ejecutado por José Paúl Angulo y nueve hombres republicanos más, se produjo un schok anafiláctico y ese fue su final. Recomiendo a los criminólogos de la UCJC que se dejen de leer tanto folio y tanto legajo comidos por los ratones y se hagan con algún tomo del “Anecdotario” de don Natalio Rivas. Eso es más difícil de conseguir, por estar agotados, que pretender dar en la solución de una causa que nos importa un bledo. Además, nos queda el bonito cuadro de Luis de Madrazo y una estatua en Reus para que los turistas puedan hacer fotos.
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