martes, 24 de enero de 2012

Blázquez, otro que tal baila


Cualquiera que me lea pensará que soy un “comecuras” y que sólo pienso en quemar iglesias y en orinar sobre las pilas bautismales. Nada de eso. Soy respetuoso con los creyentes de cualquier religión y no cuestiono sus liturgias. Pero confieso que he dejado de ser considerado con determinados “funcionarios del Cielo” que, además de haber hecho de su vocación su modo de vida, pretenden ser guías de las “buenas costumbres” a su modo de ver y entender, en demasiadas ocasiones con enfoques distorsionados y más ajustados de un rancio nacional-catolicismo tutelado del que todos deberíamos procurar huir en estampida, que de un moderno Estado de Derecho en el que los ciudadanos somos dueños de nuestros destinos. Tales “funcionarios del Cielo” purpurados, que no desean perder sus privilegios ni el control sobre los cuerpos y las almas amparados en un Concordato en vigor que insulta a la inteligencia, se han ganado a pulso mi antipatía. El pasado día 12 de enero escribí en mi blog que el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, tenía un problema serio, que vivía obsesionado con la fornicación. No acabo de entender cómo un obispo, en este caso el obispo de Córdoba, pese a ser célibe, puede llegar a ser un gran experto en temas de sexualidad “organizada y bien conducida”. Ayer, 23 de enero, el foco de mi crítica fue otro pastor de la Iglesia Católica, Jaime Pujol, arzobispo de Tarragona y miembro del Opus Dei, al afirmar en una entrevista en TV-3, refiriéndose a los homosexuales, que “su comportamiento no es adecuado ni para ellos ni para la sociedad”. Tras esa rotunda afirmación por parte de un prelado en ejercicio, a uno se le antoja pensar que la pederastia tampoco es “adecuada” para la sociedad y que, sin embargo, algunos “funcionarios del Cielo” la ejercen mientras otros “funcionarios del Cielo” tapan el delito. Hoy me entero de que un tal Blázquez, como dijera Arzallus, o sea, Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid, cuestiona que Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno de España, pueda leer el pregón de la Semana Santa en la ciudad del Pisuerga. Y la razón que expone Blázquez no es otra que su situación matrimonial. Resulta que Sáenz de Santamaría está felizmente casada por lo civil. Blázquez, intentando justificar lo injustificable, ha precisado: “mi apreciación no va más allá de lo que va el Código de Derecho Canónico”. Pero el arzobispo Blázquez, tratando de echar una de cal y otra de arena, ya ha dejado claro que asistirá al pregón de Soraya Sáenz de Santamaría porque su lectura sólo se trata “de un género literario, más que una homilía o un sermón”. Pues nada, señor Blázquez, cuando asista al pregón pucelano, hágase cuenta de que está escuchando un párrafo de “Madrinita buena”, de Rafael Pérez y Pérez.

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