martes, 10 de enero de 2012

Una efigie poliédrica


Si nos atenemos a lo que señala Juan Ramón Rallo, doctor en Economía, cuando afirma que “tanto reducir el gasto como incrementar los tributos son políticas contractivas de la demanda que tienden a deprimir la economía”, nos encontramos frente al primer error grave del Gobierno que preside Mariano Rajoy. “Sostener que subir impuestos equivale a reducir los desembolsos estatales –sigue afirmando Rallo- necesariamente implica defender que el gasto público es un sustitutivo más o menos perfecto del gasto privado y que, en última instancia, poco importa quién dirija la economía y en qué condiciones lo haga, si el Estado o los consumidores”. La agencia de calificación de riesgos Moody’s también ha dejado claro que “España tiene que hacer frente a un ajuste del orden de 40.000 millones de euros en 2012 para cumplir el objetivo de déficit establecido”. Ahora toca hacer frente a aquellos gastos regionales desmesurados con cargo al maestro armero; o sea, hacer frente a hechos tan peregrinos como la creación de aeropuertos donde se sabía de antemano que no iban a aterrizar aviones; revalorizaciones de suelo para levantar lujosos edificios que a día de hoy permanecen vacíos; organizaciones de carreras de coches en el centro de las ciudades, como sucedió en Valencia, donde hubo que pagar a Bernie Ecclestone por todo el morro unos “derechos” previos de más de 20 millones de euros; lograr pingües contratos a cambio de no sabemos qué por parte de un duque consorte que llegó, presuntamente, a convertirse en una franquicia en sí mismo; etcétera. La lista de despropósitos autonómicos y municipales es larga y complicada. La intervención de CAM y el Banco de Valencia, los problemas de liquidez de la Generalidad Valenciana, las deudas a la Sanidad, el “tijeretazo” a los funcionarios, la abultada plantilla (1.800 operarios) de Canal 9, Radio 9 y RTVV., ahora enfilada por la senda de un casi inevitable ERE, etcétera, es sólo un botón de muestra de los derroches del Partido Popular en la Comunidad Valenciana. Carlos Fabra, esa especie de faraón de la “dinastía de los sastres”, como no podía ser menos que su antecesor en el cargo, ya tiene casi a punto su personal efigie en su particular “Valle de los Reyes”, es decir, en el ámbito del vergonzoso e inoperante aeropuerto de Castellón. El escultor Juan Ripollés ya lleva avanzada la megalómana efigie poliédrica de 24 metros, donde, curiosamente, en una de sus caras aparecerá representada la figura del presidente popular. ¿Alguien conoce mayor desvergüenza?

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