martes, 3 de marzo de 2020

Celedón y Emeter



Hoy, 3 de marzo, el Martirologio romano recuerda a los santos Emeterio y Celedonio, hijos del centurión Marcelo, martirizados y decapitados en Calahorra. Hay quien sostiene que sus cabezas navegaron en un cesto por el Ebro y que al llegar al delta dieron un rodeo por el Océano Atlántico hasta penetrar en las costas gallegas y arribar en la bahía de Santander, algo que se me antoja harto complicado. Otros sostienen algo que parece más sensato, es decir, que los cráneos de ambos mártires fueron cambiados de lugar y llevados hasta la ermita de san Emeter (de ahí el nombre de Santander) en el cerro de Somorrostro, con la intención de ser puestas a buen recaudo ante el imparable avance sarraceno. Sin saber cómo, esas cabezas fueron movidas y llevadas finalmente a la cripta de El Cristo de la catedral de Santander, donde fueron descubiertas en 1533. Otras reliquias de esos cristianos fueron trasladadas a Cellers y posteriormente a Cardona. Pero no hay que confundir, como hacen algunos, san Emeterio con san Medín, (sant Medir, en catalán) con santuario en la sierra de Collserola, en San Cugat del Vallés (Castrum Octavianum), cuya fiesta y romería también se conmemora el 3 de marzo. El origen de esa fiesta catalana  se remonta a 1828, cuando el panadero  del barcelonés barrio de Gracia, Josep Vidal i Granés, prometió hacer una romería cada año hasta ese santuario si se curaba de una afección. Y así fue. Al regreso de las romerías, a las que cada año se unían más vecinos, el panadero lanzaba habas a los romeros acompañantes, de igual manera que plantaba habas el santo Medín cuando se encontró con el obispo Severo y le dio cobijo cuando éste huía de la persecución romana en el año 303. Ambos serían posteriormente encarcelados y torturados hasta la muerte. Como decía, las cabezas de Emeterio y Celedonio llevaron a que en 1791 el papa Pío VI declarase a esos santos como patronos de Santander, a petición del entonces obispo Menéndez de Luarca. Poco antes, en 1754, la hasta entonces colegiata pasó a ser catedral, y un año más tarde se creó la Diócesis de Santander, año en el que también se le concedió a la capital de Cantabria categoría de ciudad y de capital de provincia. Si bien decía al principio que Santander deriva de San Emeter, debo admitir otra teoría, la de Juan Castañeda, historiador del siglo XVI y autor de la obra “Memorial de algunas antigüedades de la villa de Santander”, que sostuvo que Santander derivaba de Santanderium, que significa “lugar a donde están los santos”. Si nos fijamos, en el escudo de Santander aparecen sendas cabezas de Emeterio y Celedonio sobre la carabela del almirante Bonifaz y a la izquierda de la sevillana Torre del Oro y la cadena quebrada sobre el Guadalquivir y que cruzaba hasta Triana.

No hay comentarios: