jueves, 5 de marzo de 2020

El "corinavirus"



Si hago caso a Ignacio Escolar, excelente periodista, el Emérito puede hacer bueno a su yerno Urdangarín. De ser cierto lo que cuenta, digo, los españoles hemos estado manteniendo con nuestros impuestos a un monarca presunto corrupto, al que no se le podía juzgar por sus actos durante su reinado, ya que la figura del Rey, según  la Constitución Española  (artículo 56.3), era y sigue siendo inviolable. Pero el Emérito dejó de ser inviolable,  no el día en el que abdicó en la persona de su hijo Felipe y le pasó la Corona de España como si se tratase de una carrera de relevos, sino el día siguiente, el 19 de junio de 2014, una vez publicada la Ley Orgánica 3/2014 en el Boletín Oficial del Estado. A partir de entonces, el Emérito siguió siendo “sólo” aforado (se dio prisa en conseguirlo, para no caer en un vacío legal no contemplado, al darse por supuesto  que un rey dejaba de serlo cuando moría en la cama), lo que significaba que, a partir de entonces, únicamente podía ser juzgado por el Tribunal Supremo.  El Emérito sigue, sin embargo, ostentando la dignidad de “rey” (algo que se antoja sorprendente para aquellos que no entienden que pueda haber dos gallos en el mismo gallinero) para respiro de ese conjunto de ciudadanos  que no se considera “monárquico” sino “juancarlista”. Lo que  está sucediendo ahora es que -según leo hoy en eldiario.es- “la Fiscalía  Anticorrupción pide a Suiza datos sobre los 100 millones [de dólares] que Juan Carlos I recibió de Arabia Saudí”; y añade eldiario.es que “el escándalo salpica al exdirector de CNI, Félix Sanz Roldán por encubrir y amenazar presuntamente a la antigua pareja del monarca”. Como bien recuerda Escolar, “Juan Carlos de Borbón cobra de todos los españoles un sueldo público de 194.232 euros brutos al año como rey emérito, gastos, viajes y casas aparte. No es un mal salario”. Y  para que el ciudadano se pueda hacerse una ligera idea (teniendo en cuenta que las grandes cifras, para el que vive de un miserable salario, son tan difíciles de entender como los años luz del Universo) Escolar aclara que “65 millones de euros [los 100 millones de dólares de entonces] equivalen a más de tres siglos del sueldo oficial del rey. Y para sumar cien millones, a Juan Carlos I le haría falta más de medio milenio de salario real”. Añade que “las cifras son escandalosas, vergonzosas, indignas de un país europeo. Que un jefe de Estado acumule una fortuna así es algo que en teoría solo pasa en la Libia de Gadaffi o en el Egipto de Mubarak. No debería ocurrir en un país democrático que es la cuarta economía de la UE”. Nadie debería utilizar un cargo público para enriquecerse. No es ético ni estético. Tampoco lo es, a mi entender, ese “silencio mudo” de la prensa conservadora, que intenta distraernos para desviar la atención de los lectores y que veamos gigantes donde sólo hay molinos de viento, o al revés.

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