Ver, como aparecía ayer la foto de Heraldo de Aragón, a Guillermo
Vela sujetando un congrio seco con las dos manos me ha recordado aquellas
viejas tiendas de comestibles de los pueblos de la ribera del Jalón, donde en
todos ellos existía un olor característico que se percibía nada más entrar,
difícil de definir. No había tienda que no tuviera colgada una de esas “raquetas”
provenientes de los secaderos coruñeses de Mugía, en la Costa da Morte, donde antaño acudían los bilbilitanos con su cáñamo
acarreado por semovientes para hacer amarras de buque y que se cobraban con ese
bien fungible que es el congrio. Pero como los trayectos eran largos, traían
esos congrios desecados. En Mugía todavía existen dos importantes secaderos: el
de Os
Cascóns y el de A Pedriña.
Y en Calatayud aprendieron a guisar esa “momia” de pescado blanco, de carne
firme, aromática y gelatinosa hasta conseguir su propia receta: el “congrio a la bilbilitana” de dos
maneras distintas: con patatas troceadas; o con garbanzos, cebolla, ajo, pan
frito y huevos duros. Guillermo Vela, que fue marino mercante, es el
propietario de Casa Pascualillo, un
establecimiento fundado por Pascual
Álvarez Pascual (abuelo del actual propietario) en la Calle Libertad, 5,
dentro del típico “Tubo” zaragozano, en 1939. Guillermo Vela es persona cordial,
siempre dispuesto a agradar a sus clientes y que, además de ello, posee una
virtud digna de ser tenida en cuenta: la de ser un excelente observador. No se
le escapa un rostro. Es capaz de reconocer a un cliente aunque éste haya ido en
contadas ocasiones por su establecimiento. Pues bien, estos días, y mientras
dure el periodo de Cuaresma, Casa Pascualillo
ofrece la famosa receta de “congrio a la
bilbilitana”, es decir, congrio seco con garbanzos y todo el aliño que
antes señalaba. Como sugerencia, también
pueden añadirse a la mesa unos platillos con “cigalas de la huerta”, o sea, ajetes tiernos pasados por la
plancha, especialidad de la casa.
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