Cada primer viernes de marzo es costumbre que los madrileños
se acerquen al besapiés del Cristo de
Medinaceli. Pero este año, excepcionalmente y por culpa del coronavirus se
ha prohibido por el Arzobispado que se practique ese acto de respeto a esa
imagen del siglo XVII, tallada en Sevilla y que tiene detrás una larga
historia. Posee dos cabelleras de pelo natural: una de ellas regalada por el
marido y primo de Isabel II, Francisco de Asís de Borbón en 1846, y
otra de 1883, donada por la duquesa de
Medinaceli. En la actualidad se le rinde culto en la iglesia de los
capuchinos de la calle Jesús, de Madrid. Durante las procesiones solemnes luce
una corona de oro macizo de medio kilo de peso con incrustaciones de piedras
preciosas regalada por los joyeros de Madrid en la década de los 50 del siglo
XX. Existen muchas copias de esa imagen en distintos lugares de España: Ávila,
Palencia, Peñaranda de Bracamonte, Cuenca, Mijas, Vélez-Málaga, Santa Cruz de
Tenerife… En todos esos lugares se le tiene una gran devoción a esa imagen de Jesús Nazareno, que ese es su verdadero
nombre. Se le empezó a conocer como “de
Medinaceli” a raíz de que la capilla
en la que se alojaba (uno de los muchos
lugares donde ha estado depositada la talla) se encontraba en unos terrenos
cedidos por el duque de Medinaceli.
Durante la Guerra Civil cambió de lugar en muchas ocasiones para salvaguardar
la talla de bombardeos e incendios. En 1937 salió hasta Suiza para participar
en una exposición de obras de arte de la Sociedad de Naciones. Regresó a España
en 1939. En 1945 le hizo una bella peana procesional Francisco Palma Burgos. Con anterioridad, en 1940, ese artista
imaginero malagueño había realizado otra talla importante, El Cristo de la Buena Muerte, para que de alguna manera pudiese
sustituir a otra de Pedro de Mena
que fue quemada en 1931. El boceto
de aquella magnífica obra (la peana del Cristo de Medinaceli) fue encontrado en
el archivo personal de José María Palma Burgos, hermano de Francisco y
también escultor, fallecido en 2013. Así lo expuso en la presentación del
libro “1918-1985
Francisco Palma Burgos. El drama de la escultura” el
catedrático de Historia del Arte Juan Antonio Sánchez López coincidiendo con el centenario
del nacimiento de su autor, nacido en Málaga el 12 de febrero de 1918 y
fallecido en esa ciudad el 31 de diciembre de 1985 de un cáncer hepático.
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