viernes, 25 de diciembre de 2020

Burgueses sobrevenidos

 



Si les digo la verdad, nunca entendí que un obrero pudiese ser de derechas. Son aquellos sujetos  a los que apenas les llega el sueldo para poder terminar el mes, a los que les gusta más que a un tonto un transistor llevar a sus hijos a un colegio religioso subvencionado por el Estado para poder compararlo, en las reuniones familiares y en la cola para comprar el pan, con los niños que acuden a la enseñanza pública; que son todos ellos unos raqueros que no adquieren buenas composturas ni valores espirituales. Para terminar siempre con la coletilla “mi esfuerzo me cuesta”, cuando todos sabemos que los colegios subvencionados son gratuitos y que, de pagar algo, es el gasto del autobús de transporte escolar y algún  recibo que se inventan los frailes en concepto de “desgaste de materiales”. Son los burgueses sobrevenidos, los que son comprensivos con las inmatriculaciones de ese opaco emporio inmobiliario la Iglesia Católica (más de 18.500 templos y 15.000 fincas); con la presunta conducta irregular del rey Juan Carlos… Son, digo, esos tipos con ínfulas de mandos intermedios, o de encargadillos de taller, que critican las últimas subidas en el salario mínimo interprofesional y que prefieren que las subvenciones se concedan al pequeño empresario, que es el que crea I+D+i y puestos de trabajo. ¡Qué risa! Y lo dicen con mucha gravedad y voz engolada, sin despeinarse. Como los domingos leen la prensa de derechas, sólo los domingos, se quedan con la copla de que Felipe González ha sido el mejor gobernante de la democracia (porque lo dice Anson); que las supuestas trapacerías del rey emérito son el chocolate del loro; y que gracias al anterior monarca se pudo construir el tren de alta velocidad Medina-La Meca, fruto de un consorcio, como si en ello nos fuese la vida. Hasta que el pasado 3 de marzo nos enteramos con estupor por una revelación del diario Tribune de Genève que el anterior monarca había recibido entre los años 2008-2012 en Panamá (y a través de la Banca Mirabaud) 100 millones de dólares en concepto de comisiones, y que la transferencia era del rey de Arabia Saudita Abdalá ben Abdulaziz. Los burgueses sobrevenidos jamás devuelven los favores prestados, ponen erecto el dedo meñique al sostener la copa bebiendo anís, acarrean desaforados bastonazos dialécticos a aquellos que no piensan como ellos, gustan de participar en las procesiones y de aplaudir a la Legión en las paradas militares, son serviles con los poderosos hasta la grosería, y están convencidos de que quién a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija.

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