jueves, 3 de junio de 2021

Cándido Lara

 


En ocasiones, leyendo el reverso del taco del calendario me da la sensación de que me hubiera trasladado al “Anecdotario” de don Natalio Rivas. En una carta suya manuscrita que conservo, don Natalio daba contestación a otra carta enviada por mi abuelo días antes. Lleva orla de luto y membrete, fechada el 24 de mayo de 1952. Don Natalio se alegraba mucho de que mi abuelo hubiese podido adquirir la “Cuarta Parte” de ese “Anecdotario”  en la creencia por parte de don Natalio de que la edición de 1949 (Editora Nacional) estaba completamente agotada. Pero, como decía al principio, en el reverso de la hoja de calendario de los jesuitas de Bilbao de antes de ayer se hacía referencia a Cándido Lara, el fundador del teatro madrileño que lleva su nombre, construido en 1879 e inaugurado el 3 de septiembre de 1880 en el número 15 de la Corredera Baja de San Pablo, en pleno corazón de Malasaña. Según parece,  un día iba don Cándido Lara acompañado de su secretario Bartolomé camino de su teatro, al que todos los madrileños conocían como La Bombonera de don Cándido,  cuando decidió pararse delante del escaparate de una carnicería. Se fijó en unas estupendas chuletas de ternera y se decidió por entrar y comprar un kilo. Aquel carnicero tomó un cuchillo, lo afiló en la chaira y se dispuso a  sajar. Pero al segundo corte le dijo Cándido Lara al carnicero que se daba mala maña para cortar las chuletas. Éste le contestó con muy mal humor: “No pretenderá enseñarme”. “Hombre, -le respondió Lara-  si me deja un cuchillo, puede que sí”. El carnicero se lo entregó y Lara, sin quitarse la chistera y la levita, empezó a cortar las chuletas de modo perfecto, ante el asombro del carnicero y de algunos clientes que en esos momentos se encontraban en la tienda. “¿Ve usted? Se cortan así. Y otra vez no se enfade cuando le haga una observación. En esta vida nunca termina uno de aprender”.  Lo que ignoraba aquel carnicero, primero enfadado y más tarde asombrado, era que Cándido Lara, además de ser senador vitalicio y de poseer una serie de negocios tenía el de la carne, que le hizo rico. Se le conocía como  “Carnicero de Antón Martín” y aprovisionó  al  ejército liberal durante la Segunda Guerra Carlista. También tuvo durante un tiempo la contrata de limpieza y riegos del Ayuntamiento de Madrid. Murió en la tarde del 29 de junio de 1915 como consecuencia de una caída de caballo. Entre otros diarios,  Heraldo de Aragón (30 de junio de 1915) le dedicó una reseña con motivo de su fallecimiento: “Esta tarde dejó de existir don Cándido Lara, senador vitalicio y propietario del teatro que lleva su nombre. Hace días se cayó del caballo y se produjo contusiones a las que no se dio importancia”. Contaba 76 años de edad.

No hay comentarios: