sábado, 19 de junio de 2021

Un tufo que no cesa

 


Son muchos los intelectuales y columnistas que se quejan por haber quitado la placa de homenaje en la casa natal de José María Pemán, en Cádiz, obra de José Luis Vassallo Parodi y colocada en 1939, porque era franquista. A mi entender, se podrá borrar la memoria de Pemán por  las razones políticas que se quiera, pero no se podrá “dar de baja” la memoria de escritor que de él tenemos. El alcalde de Cádiz, José María González, más conocido como Kichi, debería ser consciente de que aplicar la Ley de Memoria Democrática a rajatabla dejaría la Tacita de Plata huérfana de recuerdos. Kichi ya había retirado con anterioridad una estatua de Pemán y su nombre de un teatro, que ahora se llama Teatro del Parque. (Recuérdese que también Vassallo  realizó una lápida en 1952  en homenaje al general Varela por encargo del Ayuntamiento de Cádiz y con texto redactado por Pemán, que fue retirada en 1982 entre la protesta de muchos gaditanos). Ahora, el alcalde pretende de igual manera cambiarle el nombre al Estadio Ramón de Carranza.  Ese estadio se inauguró en 1955, siendo alcalde de Cádiz José León de Carranza Gómez-Pablos, hijo del ferrolano Ramón de Carranza y Fernández de la Reguera, claro partícipe en el golpe de Estado de 1936. Otra decisión de Kichi fue quitar el busto y el nombre de una calle a Juan Carlos I, que pasó a denominarse Sanidad Pública. En ese sentido, leo hoy un artículo de Ramón Reig en El Correo de Andalucía. Señala: “La democracia consiste en que todo tipo de pensamiento sea respetado porque los símbolos -como el de Pemán- sirven para ampliar el conocimiento y el conocimiento es libre, totalmente libre y abierto, ahora sólo tenéis que ordenar que en los colegios, en los institutos y en las universidades no se hable de José María Pemán. La memoria histórica es para recordar, estudiar e investigar, no para olvidar y destruir”. (…) “En la transición se dejaron muchas cuentas por ajustar precisamente para que no ocurriera lo que está ocurriendo, por desgracia, cuarenta años después. Lo fácil es arrancar lápidas y desenterrar muertos, lo difícil es colocar a España dentro del G-7 que es lo que os corresponde hacer o al menos devolverla a la posición de potencia mundial en que se encontraba hace años”. Bueno, a mi entender, arrancar lápidas se hace pronto. Desenterrar  esqueletos de las cunetas, páramos y barrancos es evidente que está resultando ser  más complicado. Hace falta dotación presupuestaria y deseos  de que eso suceda. La derecha no está por la labor, como pudo verse en tiempos  de Mariano Rajoy, que presumía de no haber dotado la Ley de Memoria Democrática  con un solo euro para tales menesteres. Él sabrá por qué.

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