lunes, 29 de noviembre de 2021

De Halloween a Protocletos

 


Noviembre, dichoso mes que comienza con el Halloween y termina con san Andrés, que en la iglesia ortodoxa es conocido como Protocletos (“el primero de los llamados”), que murió en Patras en cruz en forma de aspa, la famosa “crux decussata“. Por cierto, el Gobierno autorizó en 1976 la venta de “La crucifixión de san Andrés”, que nunca  atribuyó la autoría de  Caravaggio (siendo director del Museo del Prado Xavier de Salas) y al que confundieron con el lienzo “El martirio de san Felipe”. La decisión de su venta la tomaron, además de éste, José María de Azcárate, catedrático de Arte; Fernando Chueca, catedrático de Arquitectura; Martín Almagro, director de Museo Arqueológico Nacional; Elena Gómez Moreno, directora del Museo Romántico; Joaquín de la Puente, subdirector del Museo del Prado; y un funcionario del Ministerio de Hacienda cuyo nombre no ha trascendido. Ninguno de ellos estaba especializado en “Caravaggio” y la obra terminó en el Museo de Arte de Cleveland, que demostró mediante la espectroscopia de fluorescencia con rayos X que el cuadro era de Michelangelo Merisi, apodado Caravaggio, uno de los máximos exponentes de la pintura barroca. Aquellos “expertos a la violeta” españoles entendieron que, como la cruz del oleo sobre lienzo no tenía forma de aspa (cruz decussata), aquella obra tardía del pintor milanés pintada en Nápoles en 1607 no podía representar a san Andrés. Y se quedaron tan frescos. El cuadro fue un encargo de Juan Pimentel Herrera, virrey de Nápoles entre 1603 y1610. A su regreso a España, el cuadro “La crocifissione di Santo Andrea”, que tal era su primitivo nombre,  que se tasó por Diego Valentín Díaz en 1653 en 1.500 ducados,  estuvo expuesto en su casa de Valladolid y más tarde trasladado a un convento. En 1976 el lienzo pertenecía a la colección Arnaiz, donde fue localizado por De Salas y trasladado al Museo del Prado. El cuadro fue adquirido ese mismo año por la londinense casa Leggatt Brothers. A mi entender, la venta de aquel lienzo fue un despropósito impensable hoy con la Ley de Patrimonio. Por fortuna, los bienes considerados de interés cultural están protegidos en España, como pudo comprobarse con un oleo de Picasso (“Cabeza de mujer joven”) que Jaime Botín pretendió vender en 2013 en una subasta de Christie's en Londres, e incautado en 2015 en su velero en el puerto de Calvi (Córcega) cuando iba a trasladarlo en un avión a Suiza. Aquel fue un caso evidente de supuesto delito de contrabando de un bien cultural contemplado en nuestro Código Penal. Como no podía ser de otra manera, tuvo sus consecuencias para el expresidente de Bankinter.

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