Cuentan aquellos que tienen capacidad suficiente para saberlo, es decir, el CNI y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que el peligro de ETA sigue latente en la isla de Mallorca. En consecuencia, bueno sería que la Familia Real cambiase de ubicación durante los meses de verano. En primer lugar, por la seguridad de sus personas; en segundo, en evitación de tener que disponer el Estado ahora, en época de “vacas flacas”, de un enorme contingente de fuerzas policiales para “bunkerizar” la isla por tierra, mar y aire. Yo, a estas alturas del verano, ya no sé muy bien qué es lo que la banda terrorista se propone con los últimos asesinatos. ¿Un negro botón de muestra para “obligar” al Gobierno a la negociación con la banda? ¿Qué ahueque el turismo de nuestras playas con el consiguiente quebranto económico?
Y en medio de tanta sinrazón, con los políticos de vacaciones, las causas civiles paralizadas en los juzgados hasta septiembre, la gripe que viene, y los calores, uf, los calores, el español corriente, usted y yo, los que terminamos pagando todos los platos rotos vía impuestos, ni vemos cómo crecen los brotes verdes anunciados por la ministra Salgado, ni sabemos cuándo se bajará la persiana del taller definitivamente.
-El último que apague la luz.
Me temo que ya nos ha adormecido el exceso de “sidol” utilizado en sacar brillo a las aristas de nuestras desgracias. Como en la “Oración por un gudari”, de Javier Echevarrieta: “Borracho,/ con los ojos grises en las nieblas,/ marchando y cayendo...”
¡Rediós, qué trazas de melonar!
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