Quiero hacer referencia en mi blog a tres hechos luctuosos ocurridos ayer en Aragón. De paso, también deseo formular una queja, haciendo bueno el dicho castellano de “ir por atún y ver al duque”. Pues bien, el primero de los hechos luctuosos referidos está relacionado con Panticosa (Huesca), donde ayer fallecía el vicepresidente segundo de Caja Guipúzcoa (La Kutxa), José María Aguirre, en accidente de montaña. Tenía 65 años, era natural de Ataun (Guipúzcoa) y economista de profesión. Sobre la vida política de Txato, de tormentosa metamorfosis, consta que fue en su juventud miembro de ETA político-militar, más tarde militante de Euskadiko Ezkerra y, posteriormente, del Partido Nacionalista Vasco y asesor de Ibarreche.
El segundo de los hechos luctuoso está relacionado con la muerte, en este caso por causas naturales, de Plácido Muñoz Colás, nacido en Aldehuela de Liestos (Zaragoza) en 1937. Plácido Muñoz abrió en 1957 una modesta tienda (“Casa Muñoz”) en el conocido “Tubo” zaragozano en 1957. Este hombre, con importante olfato para los negocios, fundó en 1962 “Galerías Primero”, la única cadena de distribución aragonesa durante el franquismo, que llegaría a tener 65 tiendas abiertas y 1.300 empleados. En 2004 decidió vender parte de su accionariado al Grupo Nozar y a Caja Inmaculada, hasta que en 2006 se desvinculó totalmente de la empresa, siendo nombrado por los nuevos propietarios Presidente de Honor. Pero Caja Inmaculada que, como el resto de las entidades bancarias de este país se encontraba atravesando una pertinaz sequía de “cash flow”, (teniendo que aumentar la partida de “provisiones” por la maldita conjunción hipoteca-ladrillo, y alejar de su vista, “míreme a los ojos, señor Rubio”, el Fantasma de la Ópera con rostro de Hernández Moltó), se vio en la necesidad perentoria de tener que deshacerse del “muerto”. Digo bien, del muerto, porque Galerías Primero era para entonces la moneda falsa de Estrellita Castro, con caracolillo incorporado o, dicho de otra manera, una apuesta a caballo perdedor. En 2008 salían los Nozaleda del laberinto. A esa familia, que abandonaba también los importantes proyectos en Panticosa, el ladrillo de Colonial les había caído de punta en el colodrillo. Una nueva luz se abría en el horizonte. La puñetera “patata caliente” había encontrado un posible comprador que aportaba capital francés: Sabeco. Pero, miren ustedes por dónde, cuando ya parecía que todo estaba atado, los franchutes se echaron para atrás. Finalmente, El Árbol, empresa de la competencia, con tentáculos en Castilla-León, aceptó el reto de su continuación en el negocio, eso sí, soltando lastre en las plantillas. Resultado: muchos despidos a la vista y menos superficie comercial. Tercer hecho luctuoso.
Y ahora llega la queja. Hoy, al mediodía, les prometo por Mafalda que todavía no había encontrado una sola línea de elogio funeral hacia la figura de don Plácido Muñoz en las páginas de “Heraldo.es”. Alguien que fue reconocido con la Medalla de las Cortes de Aragón en 1995 y nombrado Hijo Adoptivo de Zaragoza en 2001, no disponía de una sola línea en el diario de mayor tirada en nuestra Comunidad. ¿Por qué? No lo entiendo.
Aquí, algo huele a chamusquina.
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