viernes, 21 de agosto de 2009

LA "AGOSTIDAD" Y LA ALEVOSÍA

Con estas calores, los españoles nos subimos por las paredes por un quítame allá esas pajas. Hojeo y ojeo la prensa y, casi como si necesitase de una droga dura, me voy derecho a las páginas de opinión. De la casquería política se están cocinando unos platos como para chuparse los dedos. Es como leer la carta de Viridiana, ese restaurante de Madrid que dirige Abraham García. Hay menudillos para todos los gustos: madejas, callos, sesos rebozados, criadillas, asaduras, lechecillas gallinejas, riñones al Jerez, más propios de tascas que de restaurantes caros. Pero, bueno, iré al grano, que tampoco me tengo por esa señora de Bilbao que se hacía pasar por la marquesa de Parabere. Pero, en esta cocina completa, nos encontramos con que El Mundo, ABC y La Razón han aunado las críticas contra José Blanco tras haber sugerido que habría que subir los impuestos a los más pudientes para mantener las ayudas futuras a los más necesitados. Para esos diarios conservadores, para ese “trío de la bencina”, los españoles “sufrimos un engaño político por culpa de un Gobierno manirroto que ejerce una política trasnochada”. Pero uno de ellos, el ABC no auténtico, o sea, el diario de Vocento, ese que ya no depende de los Luca de Tena, ha ido más lejos. Antes, cuando lo dirigía Anson, cada vez que quería soltar lastre, se utilizaba la vieja fórmula: “de fuentes generalmente bien informadas, resulta que...”. Ahora, con Expósito, se recurre a una figura de dicción llamada sinécdoque, que consiste en tomar la parte por el todo, o sea, sacar de su contexto unas frases y armar la marimorena para crear falsa opinión entre los lectores, que deben ser cuatro y el de la guitarra. Y, una vez más, la han tomado con Bibiana Aido, ministra de Igualdad, donde un tal Javier López ha hojeado y ojeado una guía sobre sexualidad y ha llegado a la personal conclusión de que Aido aconseja a las adolescentes “abortar cuanto antes”. ¿Cuándo? ¿A los doce años? ¿A los trece? Pero, vamos a ver: eso es, o no es, casquería fina. Por otro lado, Juan Luis Cebrián, el académico de la Española, en referencia a la TDT de pago, echa leña al fuego cruzado entre Prisa y Mediapro. En este sentido, Cebrián, en referencia a Rodríguez Zapatero, le tilda de liquidar el pasado de lo que se ha llamado el felipismo dentro del PSOE, y de tratar de organizar su propio grupito de medios en torno a él, despreciando la libertad de mercado, considerando la decisión adoptada como “inconstitucional, inmoral e inadmisible”, además de haberse tomado con “agostidad y alevosía”. Este académico de la Española debería explicar a los españoles el significado de tal palabreja, y qué ocurre cuándo una medida se toma con “agostidad”, y, también, si ello equivale a ser tomado como motivo legal para recargar la pena correspondiente a un delito. En el Código Penal no consta y, consecuentemente, lo ignoro. Pero en la casquería del corazón también suceden cosas: la Esteban y la Campanario se odian, apresan a Coto Matamoros y yo qué sé... Como dice Manuel Martín Ferrand, “en tiempos de Franco, cuando algo no salía bien, se culpaba al contubernio judeo-masónico y a la pertinaz sequía”. Ahora lo tenemos más crudo. Más aún si las maldades humanas se rebozan con el pan rallado de la “agostidad” y se le añade unas gotas de la angostura de la alevosía. Entonces, según doña María Mestayer de Echagüe, la falsa marquesa de Parabere, tal vez tengamos un pan como unas hostias.

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