jueves, 11 de febrero de 2010

No hay más cera que la que arde

A Jaime Marichalar se lo han llevado a hombros del madrileño Museo de Cera. Primero estuvo junto a la Familia Real; cuando llegó el “cese temporal” de relaciones con la infanta Elena, lo alejaron hasta el sector taurino y lo apostaron en la barrera del burladero de una ficticia plaza de toros; ahora, con el divorcio, ha ido camino del desolladero regio para que devuelva el traje y los zapatos, le quiten la cera y se puedan hacer cirios a la Virgen de los Ojos Grandes, que es la patrona de Lugo. En sólo días, la foto de Jaime Marichalar ha desaparecido de la web oficial de la Casa Real, se ha quedado sin guardaespaldas y ha perdido el título nobiliario de Duque de Lugo consorte. Daba desazón observar esta mañana cómo lo sacaban por la puerta del museo, como un torero herido y con el brazo arqueado, como tapándose el rostro de los rigores del sol de la andanada. ¡Pero hombre, si el Museo de Cera encierra hasta la figura de Frankenstein! Bien pensado, como no hay mal que por bien no venga, su nuevo acomodo podría venir al pelo presidiendo el sector de la Patronal, si tenemos en cuenta su formación académica orientada hacia el campo de la Economía, en la especialidad de Gestión de Empresa y Marketing. Con Díaz Ferrán no hay forma de llegar a acuerdos serios. En cambio, con el sosegado maniquí de Marichalar, frente a Cándido Méndez y a Fernández Toxo, y estando el ministro Corbacho de anfitrión, no cabe duda de que los resultados a obtener pueden ser de gran importancia para la buena marcha de este país. Sabido es que Corbacho con los sindicatos mayoritarios se entiende a las mil maravillas, y lo menos que se le puede pedir a una estatua de cera es que no se mueva. O sea, creo que vamos por el buen camino.

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