martes, 9 de febrero de 2010

Sobre lenguas y jerigonzas

José Antonio Vera, en La Razón, cuenta que “el presidente del Gobierno debería no sólo saber inglés y francés, sino tener nociones mínimas de catalán y gallego-portugués, las otras dos lenguas importantes de España y la península, como hacen el Rey y el Príncipe”. ¡Chupa del frasco, Carrasco! Hombre, ciertamente existen unos prontuarios muy interesantes para hablar inglés en quince días. Con el epítome referido y un diccionario inglés-Español “Mikrón”, de Editorial Mayfe, que es del tamaño de una tableta de chocolate, se puede saludar a los presentes en un acto pomposo, como lo fue el “Desayuno de Oración”, y luego decir aquello de “no explotarás al jornalero pobre...” del Deuteronomio en arameo, que queda mucho más apocalíptico. Vamos, que se puede elevar el corazón a Dios y pedirle mercedes, que es lo que el catecismo Astete señalaba referido a la oración en mis tiempos escolares, pero lo que no se puede demandar es que Rodríguez Zapatero empolle inglés, francés, catalán y gallego-portugués que, si les digo la verdad, no sé muy bien en qué consiste. Yo no sé cómo dirá un lusitánico eso de “zapato costa dineiro,/ dineiro costa ganar”, o de qué manera declamará a Rosalía: “Daquelas que cantan ás pombas i ás frores/ todos din que teñen alma de muller;/ pois eu que non as canto, Virxe da Paloma,/ ¡Ai!, ¿de qué a teréi? Aznar ya sabe inglés, lo que pasa es que no se le entiende. También habla catalán en la intimidad. El francés no lo conoce bien. Es una jerga con la que se comunican los felipistas del Sector Renovado desde Suresnes, en 1974, y que sólo se escribe en las cartas de vinos de los restoranes de pisto. El galaico-portugués debe ser esa jerigonza que manejan los afiladores de Los Ancares. Tanto el Rey como el Príncipe saben varios idiomas y leen lo que les pongan por delante porque les escriben unos alegatos, que son siempre cortados por el mismo patrón, que lo mismo valen para un roto que para un descosido. Pero una cosa es la Jefatura del Estado y otra, muy distinta, la Presidencia del Gobierno. Al presidente Rodríguez Zapatero se le puede exigir que gobierne y que gobierne bien, de ninguna manera que sepa idiomas. ¿ Acaso sabe castellano el embajador norteamericano Salomont? Me consta que no. Y, que yo sepa, ningún plumilla de la caverna se lo tiene en cuenta. Ya veremos lo que acontece cuando llegue Rajoy a La Moncloa en calidad de huésped. De momento ya sabe dónde queda Babia, por sus incesantes desplazamientos. Pero que nadie sufra por el devenir histórico. Como dicen los taurinos: no hay sobrero cojo.

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