miércoles, 4 de agosto de 2010
Entre pijos anda el juego
Si bien el catecismo del padre Astete servía para instruir a los colegiales en su más tierna infancia sobre las verdades emanadas en el seno de la Iglesia Católica y sobre las naturalezas, entendimientos y voluntades existentes en Jesucristo, resulta que por estos pagos ha brotado una señora, de naturaleza absolutamente pija, escaso entendimiento y voluntad firme a la hora de ensalzar el bienhacer de Franco, como quedó demostrado en la entrevista que El Mundo le hizo hace pocas fechas a Carmen Lomana, viuda de Capdevila. En esa conversación llamaba necio a Rodríguez Zapatero, expresaba que los funcionarios son unos vagos de tomo y lomo, dejaba claro que admiraba a José María Aznar por haber colocado a los españoles al lado de los anglosajones (supongo que se refería a la guerra de Irak), que somos españoles y cristianos, y que el Generalito de los milicos “ganó una guerra (…) el que gana hace de su capa un sayo (…) hizo lo que creyó mejor para España (…) y sus familia está sin un duro, etcétera.”. Ahora, la estrella del papel couché, la amante del topless a sus sesenta y dos años, la Carmenchu que acabará haciendo un anuncio de Porcelanosa al alimón con La China filipina, disfruta de un 'reality show' en una cadena de televisión privada, donde enseña buenos modales a una serie de tipos de baja estofa sacados de un casting y que se prestan a su juego. (Conste que lo de baja estofa lo apunto por el hecho de que alguien pueda prestarse a hacer determinados papeles televisivos de vergüenza). Esta leonesa, que dice ser vasca, comentaba al periodista Carlos Pérez Gimeno con motivo de la fiesta que dio en La Tirana marbellí en su último aniversario, que "por suerte siempre mi familia ha vivido muy bien y toda mi vida he ido al colegio en coche, me llevaba el mecánico". Llamar al chófer mecánico sólo lo decían los antiguos indianos de La Habana, las señoras que hacían descomunales porquerías con los perros y Josemi Rodríguez-Sieiro, otro que tal baila. Ahora, por lo que observo, lo copian los pijos recalcitrantes y, como dejó plasmado Cela en su “Rol de cornudos”, “aquellos que juegan al tenis con la cuerna”.
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