jueves, 26 de agosto de 2010
Una guerra perdida
Sigue la ola de calor con vientos africanos. Se casan Julio Iglesias y un hijo del ex rey de Grecia. Ya hay abundante material rosa para la prensa del colorín y de la bragueta. Pero la muerte en Afganistán de dos instructores y un intérprete españoles pone el crespón negro a este largo verano que ya está resultando plomizo. El PSOE logra aprobar su reforma laboral en el Senado. Septiembre está a la vuelta de la esquina con la huelga general como telón de fondo de un Estado del malestar que ya está resultando insufrible. La Derecha sigue debajo del árbol por ver si cae la fruta madura y los barones del PSOE se rebelan contra su líder sabedores de que Zetapé es un cadáver político. Noventa y dos ataúdes de pino de soldados españoles muertos en una guerra que de ninguna de las maneras es la nuestra no se disipan en el recuerdo por el hecho de que el Príncipe Heredero acompañado de su consorte asista a unos funerales en Logroño. Ayer de boda, hoy de funeral y mañana, ¿dónde? ¿Por qué no asiste el Rey? Antonio Pérez Henares nos recuerda en Periodista Digital, entre otras cosas, que “más de cien de las aproximadamente mil mezquitas que existen en España están dominadas por fanáticos, por imanes que no solo no aceptan Constitución sino que conculcan de manera frontal los principios democráticos esenciales y la declaración Universal de Derechos Humanos. Que predican el odio y que preparan, de manera sutil y a veces grosera, la yijad”. ¿En eso consiste la alianza de civilizaciones? La guerra en Afganistán está perdida y Obama lo sabe. Que a mí me conste, ni Afganistán es el monte Arruit ni los españoles están a las órdenes del general Silvestre. Y si a eso añadimos que Zetapé no es Allendesalazar ni Carme Chacón es Luis Marichalar ni el actual Rey se llama Alfonso XIII, lo que se impone aquí y ahora es que nuestros soldados regresen a España sanos y salvos cuanto antes. Y a Obama que le vayan dando…
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