Un articulista diario de Abc de
Sevilla, que entiende que el AVE, la
Expo el 92, la estación de Santa Justa y demás guindaleras se
las debemos a Juan Carlos I, y que ahora dice que merece una estatua en bronce,
como propone Francisco Robles, todavía no se ha enterado de que a los reyes, si
se les llama por su nombre, o por su nombre y apellidos, se le aplica el don
por delante, pero si se hace referencia a su nombre seguido de números romanos,
entonces no se pone el don. O sea, o decimos don Juan Carlos, o don Juan Carlos
de Borbón de Borbón y Borbón Dos Sicilias, o decimos llanamente Juan Carlos I.
Así de simple. ¿Acaso no ha visto un título académico? Y ese articulista, A.B.,
al que sólo le falta la C
detrás, en su borrachera de simpatías hacia la persona de Juan Carlos I, al
hacer referencia a la Expo
de Sevilla, señala que “el Rey pensó en Sevilla para la Exposición Universal
de 1992 y mandó a su leal Manuel Prado y Colón de Carvajal a que lo consiguiera
ante el BIE de París”. Pues bien, ese leal Manuel Prado (padre del actual
presidente de Endesa, Borja Prado Eulate) ingresó en la cárcel de Sevilla en
2004 para cumplir una condena de dos años por el caso Wardbase. En 2007, el
Tribunal Supremo le condenó a un año de prisión por apropiación indebida, o
sea, por un desvío de dinero del Grupo
Torras. Y en 2008, fue condenado a tres meses de prisión por la Audiencia Nacional
como responsable de Grand Tibidabo. O
dicho de otra manera, puede que fuese leal con el rey Juan Carlos pero, también,
desleal con el Fisco. Lo que sí fue es jefe de la Casa de doña María Mercedes
de Borbón-Dos Sicilias, madre del Rey. Respecto a la Exposición
Iberoamericana de 1929, que coincidió con la Exposición Universal
de Barcelona, fue una idea que maduró en
1909 el comandante de Artillería Luis
Rodríguez Caso. El rey sólo aportó el Tren Liliput, que era del tamaño de su
cerebro. Pero que nadie olvide que las subvenciones oficiales (dinero del
contribuyente) fueron de 40.550.000 pesetas de entonces, que con la venta de
entradas se recaudaron alrededor de 1.600.000 pesetas y con la venta de abonos,
127.000 pesetas. Si hacemos una simple resta, los números son deficitarios.
Pues bien, al final, la cifra oficial del evento sobrepasó los 80 millones de
pesetas. Si para algo sirvió tal exposición fue para mejorar el urbanismo de
Sevilla y aumentar el número de plazas hoteleras, pero esa es otra historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario