En “La abdicación y el cuento de
Caperucita”, J.L.González Quirós, en Vozpópuli, comenta que “desde 1975, si no
antes, los españoles vamos corriendo detrás del espantajo de la renovación
generacional, como si lo único malo de Franco es que fuese un octogenario". Y
ahora, con la abdicación de don Juan Carlos, nos cuentan la misma milonga.
Fíjense: sobre lo que más hincapié ha hecho la vicepresidenta del Gobierno tras
el Consejo de Ministros de hoy es que al Rey nunca se le podrá juzgar por
hechos acontecidos durante sus 39 años de reinado y que ya se está buscando una
fórmula de aforamiento para los años que le queden de vida. ¿A qué hay temor?
El que nada ha hecho, nada debe temer. El posible final del bipartidismo es la
espada de Damocles que se cierne sobre muchas cabezas. Lo acontecido el pasado
25 de mayo es un serio aviso para navegantes y “la retahíla de elogios
institucionales vertida por las numerosas televisiones oficiales y por los
medios”, en palabras textuales de
González Quirós, nada harán cambiar la opinión de muchos ciudadanos informados
que no están dispuestos a modificar su opinión con respecto a las luces y
sombras, más sombras que luces, del todavía Borbón reinante. La revista
humorística “El Jueves” ha modificado su portada inicial (donde en portada el
Rey entregaba a su hijo una corona llena de excrementos sujeta con pinzas) por
temor a no sabemos qué, que miedo sólo hay que tenerle al miedo, lo que ha
supuesto la dimisión inmediata de siete colaboradores. El Rey, a mi entender,
en el momento en que se convierta en el ciudadano Borbón, debería abandonar de
inmediato La Zarzuela
e irse a vivir a otro sitio, como hace todo aquel que se jubila y disfruta de
casa de la empresa. Es lo que procede y lo que conviene. ¿Alguien se hubiese
imaginado que en La Zarzuela
conviviesen el Rey y su padre, Juan de Borbón, antes del 14 de mayo de 1977,
día en el que el segundo cedió los derechos dinásticos al primero? Pero si
hasta dejaron de hablarse. Lógico. No es bueno poner a dos gallos en el mismo
corral. En este caso, en el mismo corral de comedias.
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