Resulta que en 2014 todavía
permanece una escultura en Granada de José Antonio Primo de Rivera, obra de
Francisco López Burgos de los años 60. Pero será por poco tiempo. Resulta
curioso que haya tardado tanto el Ayuntamiento en retirar del paisaje urbano
una escultura en memoria de un fascista de tomo y lomo, primogénito de un
militar golpista “bendecido” por Alfonso XIII y fundador de Falange Española en
1933. La Ley
52/2007 de Memoria Histórica debe ser cumplida, como el resto de las leyes en
vigor, sin excusa ni pretexto, por más que la Abogacía del Estado en
2009 presentase un recurso al considerar que tal adefesio monolítico constituía
a su criterio un bien de interés cultural. Ya el Tribunal de Justicia de
Andalucía estimó por resolución el pasado 7 de abril que la pretensión de la Abogacía “no es conforme
a derecho”. Es necesario, si queremos modernizar España de una maldita vez, que
desaparezca para siempre cualquier nombre de calle, escultura, etc.,
relacionados con el franquismo o con la Guerra
Civil de todos nuestros pueblos y ciudades. Observo
estupefacto cómo a día de hoy todavía
permanece en el frontis del viejo edificio de la Academia General
Militar de Zaragoza el escudo preconstitucional. Va siendo hora de que
desaparezca para siempre.
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