Lo que nos pasa a los españoles
puede resumirse en un retal del último artículo de Jesús Cacho, "¿Quién teme al
soldado Madina?", publicado en Vozpópuli. Digo en un retal, porque su artículo
es mucho más denso, como una manta zamorana, y de nada sirve ahora contar lo
que sucede en un descompuesto PSOE y en un inmovilita PP, que nos recuerda
aquello que cantaba Emilio José: “Ni contigo ni sin ti tienen mis males
remedio…”. Pues bien, a punto ya de que den comienzo los actos de abdicación de
un rey con más sombras que luces y de aceptación por las Cortes de otro rey
sobre el que se cuenta que está muy bien preparado (eso ya se dijo en 1975
respecto a Juan Carlos), los españoles continúan en la inopia, que es un lugar
parecido al limbo de los justos, aquel lugar que no está en las cartas de
marear pero al que iban, parece ser, los niños que no habían sido bautizados.
Pero a lo que iba, moreno. Dice Cacho en su escrito del que extraigo un retal, para que,
como hacían los horteras con la tela de los trajes, nos lo enseñen a la luz del
día y sepamos su verdadera tonalidad: “Ni PSOE ni PP lograrán evitar el
naufragio si no acometen cambios en profundidad. La gente está harta de
aguantar golferías. La gente normal quiere vivir en un país normal donde el
tipo de roba prevaliéndose de su cargo vaya a dar con sus huesos en la cárcel.
El español de a pie está cansado de oír que las Cajas rescatadas, a las que
habría que haber dejado quebrar, van a seguir dando pérdidas sine die.
La gente está harta de sobresueldos, corruptelas, enchufes, harta del mamoneo
entre políticos y financieros, de confusión entre lo público y lo privado, de
sometimiento de la Justicia
a los amos del sistema, de ‘blindajes totales’ como el que ahora se busca para
el dimisionario Rey, un saco en el que también se quiere meter a la Reina para disimular. Un
hartazgo que es imposible camuflar con mil campañas de lavado de imagen como el
que estos días soportan los españoles. Hartos de inmovilismo, el gran pecado
del PP de Mariano Rajoy. La gente no quiere discursos; quiere hechos, demanda
cambios, pide reformas. ‘Si los reformistas no hacen las reformas, vendrán a
hacerlas los populistas’, dice Renzi. La cosa es sencilla: los españoles no se
han vuelto locos, no se han convertido al leninismo de la noche a la mañana.
Simplemente quieren vivir en un país decente. Que no es poco”. Y mientras
todas esas cosas acontecen, el hijo de Ruiz-Gallardón se esconde en el garaje
de la casa de su padre, en la calle de Alonso Martínez, para evitar ser detenido por la Policía Local tras un accidente. Y lo más triste, que los
escoltas negaran a la P.L. que el coche de
Ruiz-Gallardón Utrera estuviese dentro del garaje de ese edificio. ¡Qué
vergüenza, Dios mío, qué vergüenza!
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