Algo se está haciendo mal

La nueva
directora general de Bellas Artes, Dolores
Jiménez-Blanco dice que hay que proteger a la Tauromaquia justo ahora, cuando el
Parlamento Europeo vota retirar las ayudas agrícolas a ganaderías vinculadas a
ese sector. En este sentido, comenta El
País que “las ganaderías de lidia han recibido fondos comunitarios porque
las ayudas de la PAC se conceden en función de la superficie perteneciente al
propietario de la tierra, sin prejuzgar a qué iban a dedicarse”. Cualquiera
comprende que de la Tauromaquia vive mucha gente y que están pasando malos
momentos por culpa de la pandemia de coronavirus; y, además, digámoslo todo, la
afición disminuye de unos años a esta parte. De hechos, las estadísticas
señalan que la afición a los espectáculos taurinos (desde las corridas y
novilladas hasta las charlotadas de El Bombero Torero o los toros embolados) han
perdido medio millón de aficionados en la última década. La Cultura, en
consecuencia, pasa por otros cauces, pese a que en 2013 el Gobierno de Mariano Rajoy declarase a las corridas de toros por ley parte del
Patrimonio Cultural y las subvencionara pese a su crueldad manifiesta. En este
país, según leo en Vozpópuli, “el
Estado disponía a comienzos de 2020 (antes de la pandemia) de 122.000 millones
para todo tipo de subvenciones de autonomías, ayuntamientos, empresas públicas
y privadas, organizaciones, colegios profesionales, academias, ONG y diferentes
fundaciones, que convendría revisar para analizar la necesidad o la eficacia
del gasto, muchas de ellas sorprendentes, superfluas e improductivas”. Lo que
choca ante tal disparate, es que España está muy por debajo de la media europea
en cuanto a gasto total en I+D+i. No cabe duda de que algo se está haciendo mal
en el orden de prioridades. Ya lo dijo Unamuno
en carta
dirigida a Ortega en julio de 1906: “¡Que inventen ellos!”. Como recordaba Luis Racionero (La Vanguardia, 19/19/2018) “la cultura europea es el resultado de
cuatro elementos: los restos de la tradición greco latina del Mediterráneo; la
ética del cristianismo, oriental y celta; el individualismo emprendedor de los
invasores bárbaros, y las ciencias reelaboradas por los semitas árabes y
judíos. A partir de de estos elementos, que confluyen en la península ibérica,
Italia elabora la síntesis del Renacimiento que dará origen a la ciencia
occidental y a la tecnología que desarrollarán los países nórdicos”. No cabe
duda de que España ha dado grandes inventores: de Torres Quevedo a Juan
de la Cierva; de Isaac Peral a Mónico Sánchez; de Manuel Jalón, inventor de la fregona, a Alejandro Finisterre, padre del futbolín. Pero los
españoles sólo hemos sabido agitar el nogal mientras otros recogían las nueces.
Era como en el dicho de Unamuno, pero al revés. Qué pena.
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