La noticia del día en Aragón es que los contagios aumentan en 600 positivos en un día; que crece el deseo de entregar perros en la protectora de animales de Zaragoza; y que se invita a poner flores en los balcones al no haber este año la típica ofrenda pilarista. Todavía recuerdo cuando allá por marzo muchos ciudadanos rescataban perros como excusa para poder salir a la calle a pasearlos. La gente es así. Todavía no se han enterado los dueños de los bares de que hay que mantener los aforos a rajatabla. Muchos hosteleros protestan por las medidas decretadas por la DGA. Comentan de la ruina que se les viene encima. También los taxistas, por el cierre de espectáculos nocturnos. Aquí la cosa es llorar por ver si cae algo, como si el Gobierno tuviese la máquina de hacer dinero. Yo siempre digo lo mismo cuando algún hostelero se lamenta de la falta de clientes: más se perdió en Cuba. Hay muchos bares cuyos dueños atribuyen al Gobierno esa falta de negocio. Pero esos “plañideros” saben muy bien que a sus establecimientos siempre van los mismos pocos clientes, es decir, cuatro y el de la guitarra. Lo que sucede es que esos pocos clientes acuden muchas veces al cabo del día, y eso les salva. Con pandemia o sin pandemia muchos de esos taberneros, la mayoría de ellos con escasa profesionalidad para el manejo de su negocio, tenían la ruina encima a corto plazo por sus propias carencias. Y lo saben. Cosa diferente es que el Gobierno no lo esté haciendo bien. Juan Manuel López Zafra cuenta en un artículo que publica hoy Vozpópuli que “un plan que promete la recuperación mediante gasto y que no contempla reformas estructurales de la administración del Estado es un plan de enterramiento de la economía”. Sigue contando: “El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía española tiene un eslogan impactante: ‘España puede’, que sustituye 60.000 muertos más tarde, un millón y medio de desempleados adicionales después y un 15% más pobres al olvidado ‘Salimos más fuertes de mayo’”. Parece como si a todos los españoles nos estuviesen dando una cucharadita de “Hipofosfitos Salud” en desayuno, comida y cena para estar más vigorosos y poder aguantar la mala racha con paso firme y marcial. Todavía recuerdo cuando Rodríguez Zapatero hizo bueno aquello de gastar en la fase mala del ciclo económico, siguiendo la teoría keynesiana, y se gastó lo indecible en crear corredores urbanos de bicicletas e inversiones locales con obras poca monta. A día de hoy la productividad está estancada y el valor industrial añadido es casi nulo. Tampoco sabemos si se normalizará el turismo perdido por culpa de la pandemia. Aquí todo suma y sigue, pero para peor. Juan Lagardera, en el diario Levante (25/4/2020), en su artículo “Cómo actuaría Keynes frente a la recesión de la pandemia?”, señalaba: “Keynes, no me cabe duda, propugnaría ahora fuertes inversiones públicas, pero no en obras públicas sino en conocimiento, en innovación e investigación, creando semilleros y lanzaderas para cientos de proyectos que sepan dibujar el futuro que el Covid-19 ha venido para anticiparlo de modo acelerado. O eso, a gran escala para movilizar compañías de parados jóvenes, o volveremos al campo”. No se equivocaba Lagardera cuando escribió aquel artículo en pleno confinamiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario