domingo, 4 de octubre de 2020

Cuanto peor, ¿mejor?

 

Me impacta algo que cuenta en El País María Paz Maya, que vive con ocho familiares en el barrio de Usera, en Madrid: “Al final te gastas más en mascarillas que en leche”. Es un gasto más que hay que asumir y no sabemos por cuánto tiempo. Según la OCU, esas compras pueden suponer un gasto para una casa con cuatro miembros entre 70 y 115 euros mensuales. Esta noche, la Policía desalojaba a 75 jóvenes sin mascarilla en un local del zaragozano barrio de La Magdalena. La irresponsabilidad de ciertos individuos complica las cosas más de lo necesario. Aquí ya no se trata de poner multas al que no cumple sino de lanzar contínuos mensajes de concienciación a la ciudadanía. Pero, para conseguirlo, parece necesario que la Policía Local, dependiente de los Ayuntamientos, circule a pie por las aceras de los barrios y no se limite a ir a bordo en coches- patrulla sin mirar qué sucede en terrazas, muchas de ellas ubicadas en zonas peatonales donde, a veces, hasta es difícil que los vecinos puedan conciliar el sueño. La razón es simple: en las terrazas no siempre se templa la voz de los clientes. Con demasiada frecuencia se vocifera como si los interlocutores fueran sordos. Es algo “muy español” que no se termina de corregir. Y, claro, a medida que se consume más alcohol también sube el tono de voz. El analfabetismo cultural y la miseria, que ya se nos come por los pies, es el caldo de cultivo para que en este país suban como la espuma los simpatizantes de la extrema derecha, la otra pandemia silente que siempre saca partido de los desesperados, de los nostálgicos y de esos chulos de discoteca que piensan que cuanto peor, mejor. Para algunos, claro.


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