martes, 6 de octubre de 2020

La manta zamorana y los "grandes" inventos de Ikea

 

Me entero de que una empresa sueca ha descubierto el método más simple para conciliar el sueño. No se trata de contar borreguitos, o de leer en la cama la obra completa de Víctor Pradera ni el Diario de Sesiones de la Asamblea Nacional del 17 de febrero de 1928 sobre el superávit de 1927 y la interpelación en la tribuna de oradores  al entonces ministro de Hacienda, José  Calvo Sotelo. Cierto que leyendo aquellas discusiones de asambleístas  (que así se denominaban los diputados durante la Dictadura de Primo) se duermen hasta las pécoras. Al menos, a mí me ayuda a dormir. El caso es que el insomnio afecta al 30 por ciento de la población por diversos motivos: ansiedad, estrés, falta de dinero para llegar a fin de mes, temor al coronavirus…, son muchas las causas que lo producen. La empresa Infinium Global Research entiende que el secreto para un buen sueño consiste en poner en la cama una manta de bastante peso. Esa compañía se basa en que “la presión de la manta se aplica en diferentes puntos del cuerpo. Esto provoca una sensación similar a la de la acupresión y el masaje, estimulando ciertas partes del cuerpo, así como los músculos y las articulaciones. Esta estimulación de la presión profunda aumenta la excitación parasimpática del sistema nervioso autónomo y reduce la excitación simpática, lo que conlleva un efecto calmante”. La acupresión es una técnica de la medicina tradicional china que consiste en hacer presión en determinados puntos del cuerpo mediante presión con los dedos del masajista. Será cuestión de probar con una manta zamorana cuando entre el solsticio de invierno. En verano parece que pinta más sentarse en un velador a tomar birras. De los suecos no te puedes fiar mucho. El dicho “hacerse el sueco” pone de manifiesto que no son mucho de fiar, aunque el lexicógrafo José María Iribarren tenga otra explicación. En su libro “El por qué de los dichos” su autor señala que la referencia a los escandinavos tiene poco que ver en ello, sino con un tipo de calzado de madera llamado zueco, muy utilizado en el medio rural gallego y asturiano. Sostiene Iribarren que “la palabra sueco a la que hace referencia el dicho, provendría del vocablo latino ‘soccus’, que es como se llama el tipo de calzado que utilizaban los cómicos en las representaciones de teatro cómicas en la Antigua Roma, y en contraposición del coturno, el zapato que utilizaban los actores que representaban dramas”. Prosigue aclarando que “de la palabra ‘soccus’ deriva la palabra zoquete, que según la RAE, y entre otras acepciones, significa ‘persona tarda en comprender’. Esto significaría que el que se hace el sueco se haría el corto de entendederas y por tanto tendría sentido como explicación del dicho”. Particularmente suelo acordarme mucho de los suecos cada vez que compro un mueble desarmado en Ikea y pretendo montarlo en casa. Todo va bien hasta que descubro que he olvidado meter un tornillo de su interior, despiste al que no le daba mucha importancia. Ahí es cuando me acuerdo del coturno, del “soccus”, de Esquilo, Sófocles, Eurípides, del Deus ex Machina y hasta de la señora madre del sueco que me vendió el endiablado artilugio.

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