martes, 26 de enero de 2021

Desusos e incorporaciones

 


 

José León Martín Viana, autor entre otros libros de “Costumbres de otros tiempos”, publicó en su día en el número 64 de la revista “Folklore” determinadas palabras que actualmente están en desuso o en vías de extinción. De todas ellas, extraigo algunas: adafina, alcancía, escudilla, falleba, jícara, orza, perlesía, serón, trasantier, tumbo… La relación es extensa. A las palabras les sucede como a los viejos oficios. Un serón, por ejemplo, no se entiende sin la acémila que lo sostenía; nadie dice hoy trasantier, o tras antier, refiriéndose al día anterior al de anteayer; la alcancía, o en aragonés mijarreta, era una hucha de barro; el tumbo, procedente del griego tymbu, hacía referencia al libro grande de pergamino en el que iglesias, monasterios y concejos transcribían fielmente los privilegios que tenían concedidos, así como aquellas escrituras que se referían a sus posesiones. Hoy esas inmatriculaciones masivas, que son incontables y sobre las que no existe título escrito de dominio, se encuentran en los Registros de la Propiedad al amparo del artículo 206 de la Ley Hipotecaria; la perlesía (sin necesidad de tener que acudir al manual del “Arte de Enfermería” compuesto por fray José Bueno y González, editado en Madrid en 1833), procedente del latín paralysis, era entonces y sigue siéndolo ahora, una pérdida de la motricidad. A Cela le gustaba más decir paralís, como dejó escrito en varios relatos. La escudilla era un recipiente pequeño para tomar sopa… En el uso cotidiano del idioma castellano unas palabras nacen a diario y otras caen en desuso para siempre y sin recuperación posible. Otras acepciones, que parecían inaceptables, se van incorporando al Diccionario de la RAE al ser de dominio público, tales como guasapear, caranchoa, iros (además de idos, como imperativo de irse), batamanta, etcétera.

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